Tras las actuaciones de la policía ordenadas por un juzgado de Barcelona, que han llevado a la detención de una quincena de personas responsables de la logística y organización del referendúm del 1-O, el presidente de la Generalitat no altera lo esencial de su hoja de ruta. Ayer hizo públicos mediante un tuit, los mecanismos que permiten conocer la ubicación de los centros electorales que está previsto abrir en la jornada del primer domingo de octubre. Puigdemont no parece estar dispuesto a ceder en el pulso que mantiene con el gobierno.
Responsables del ejecutivo catalán reconocían ayer que lo ocurrido ha supuesto un golpe importante para sus pretensiones, desbaratando una parte de las mismas. No obstante se asegura, dentro de un ambiente de secretismo en cuanto a los detalles, que existen planes alternativos que ya se están poniendo en marcha y que permitirán que se celebre la jornada de votaciones.
Por otra parte, la sociedad contempla con cierta calma lo que está ocurriendo. Los estallidos de tensión que se han vivido se han traducido de momento en manifestaciones a las que han acudido algunas decenas de miles de personas, y en situaciones complejas como aquella en que algunos agentes de la Guardia Civil estuvieron retenidos durante horas en el interior de dependencias de la Generalitat. El balance, con algunos vehículos zarandeados y dañados, y escasísimos choques directos entre manifestantes y policía, no es de momento preocupante. Pero existe el temor a que se produzca algún hecho violento de más alcance, aunque de momento todas las partes mantienen la serenidad y no están permitiendo que la situación llegue a mayores.
En cuanto a la presunta aplicación del artículo 155 antes del 1-O, al gobierno se le acaba el plazo. La necesaria autorización del Senado hace que, si Rajoy estuviera pensando en impedir el referéndum mediante la aplicación de este artículo de la Constitución, deba activar los mecanismos para ponerlo en marcha antes de que comience la semana que viene. De no ser así, el pulso entre ambos gobiernos llegaría hasta el mismo 1-O, jornada cuyo desarrollo es hoy por hoy una incógnita.
Da la sensación de que los dos ejecutivos se guardan aún en la manga decisiones de más calado que solo activarían si fuera necesario en el último momento, con la finalidad de no dar tiempo material de reaccionar al adversario. Mientras tanto, la fractura producida en la sociedad es un hecho. Se han celebrado manifestaciones de adhesión al gobierno catalán en Euskadi, Madrid y otros lugares de España, con desigual éxito. El riesgo de contagio está presente, y de momento el PNV ha puesto en suspenso su apoyo a los presupuestos generales del Estado, que deberían aprobarse antes, justamente, del 1 de octubre.
Los próximos días serán, sin lugar a dudas, decisivos.
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