
Con la vista puesta en las elecciones autonómicas que probablemente se celebrarán en otoño, y los grupos independentistas en plena reorganización, la aparición de nuevas siglas es un hecho. El PNC, que se constituyó el sábado pasado, ha elegido a Marta Pascal como secretaria general. Pascal fue coordinadora general del PDECat, y aspira ahora a un espacio político propio, que no sea una mera reedición de la vieja Convergència.
Ese es el asunto de fondo: cómo articular todo el antiguo «espacio convergente». Los movimientos de los últimos días se han desencadenado tras no responder el PDeCat a las exigencias de Puigdemont. El expresidente quería una reorganización general de JxCat, e instaba al PDeCat a participar en ella. Pero la dirección del PDeCat rechazó sus demandas y decidió continuar adelante con un esquema diferente al que quiere Puigdemont.
Entonces el expresidente decidió calibrar sus apoyos, y ha resultado que una parte importante del propio PDeCat sí está de su lado, lo cual le ha animado a dar el paso, que anunciará probablemente antes del domingo, para crear directamente una nueva formación politica.

Frente a David Bonvehí y Ángels Chacón, que apostaban por seguir la línea actual del PDeCat, y están en la línea del PNC, Puigdemont cuenta con el apoyo de pesos pesados como el propio Quim Torra, así como los miembros del govern que hasta ahora continúan bajo la obedicencia al PDeCat. Además, desde el entorno penitenciario también se empuja en la misma dirección, y los Jordis, así como Josep Rull están de su lado.
La idea es vertebrar el nuevo partido alrededor de la palabra «Junts», usando precisamente esas siglas, que ya han servido para varias consultas electorales, o, si no es posible, otras similares. «Junts» tendría así dimensión de un partido politico más unitario, al contrario de la amalgama en que se ha convertido el PDeCat, y tendría que competir con el también nuevo PNC si es que finalmente no hay una vuelta atrás en la separación, sin olvidar al propio PDeCat, cuya situación tras la ruptura puede volverse confusa.
Todo ello sin olvidar la existencia de otras siglas como «Convergents», y, sobre todo, el hecho de que ERC y la CUP mantienen estrategias muy diferentes que habrá que confrontar en las urnas. Aunque el espacio es amplio, no parece que haya margen para todos.

Un popurrí de nombres y siglas para al final seguir engañando a la gente prometiéndoles cosas que no puedes cumplir. Si el gobierno de Rajoy no se hubiese comportado como unos caciques mandando a los guardias civiles el 1 de Octubre, utilizando la represión en esa broma de referéndum que no hubiese tenido ningún valor legal y que acabó con los posteriores encarcelamientos, muchos de estos estómagos agradecidos del añejo clan del 3% no tendrían ni representación en el Parlament.