Los conservadores escoceses están camino de cosechar el que será su peor resultado electoral de la última década, convirtiendo así a los laboristas en la segunda opción más votada por detrás del Partido Nacional Escocés (SNP), que sigue siendo ampliamente dominante una cita electoral más.
El líder del SNP en el Parlamento de Londres, Ian Blackford, ha señalado que los escoceses han mandado un “claro mensaje” al primer ministro británico, Boris Johnson, y a sus acólitos conservadores, quienes han sufrido una caída de más del 10 por ciento en varios distritos de Escocia, algunos especialmente dolorosos como en el de Ciudad de Edimburgo y East Renfrewshire.
“Lo importante es el hecho de que los ‘tories’ están siendo rechazados. Su voto ha bajado y creo que lo que realmente importa hoy es que los votantes le han enviado un mensaje a Boris Johnson”, ha valorado Blackford en la BBC.
En ese sentido, el líder del SNP en Westminster considera que el alto coste de los precios y el ‘partygate’ han pasado factura al primer ministro y a los suyos. “La gente en Escocia ha dejado muy claro que no quieren saber más de Boris Johnson y sus conservadores”, ha celebrado.
Precisamente el escándalo de las fiestas de Johnson en el 10 Downing Street en plena pandemia ha sido uno de los motivos de este descalabro electoral, según uno de los líderes de los conservadores escoceses, Miles Briggs.
“No se puede negar (…) hablando con la gente en verdad no estaban contentos con las acciones del primer ministro y su equipo”, ha lamentado Briggs, quien ha reconocido sentirse “decepcionado” con estos resultados. “Lameremos nuestras heridas y seguiremos adelante”, ha confiado.
En esa línea se ha manifestado el principal jefe de la formación, Douglas Ross, para quien “no hay absolutamente duda de que la gente ha enviado un mensaje al primer ministro y al Gobierno, particularmente en torno al ‘partygate’. (…) Ha sido una noche difícil y en algunas áreas ha sido muy decepcionante. En demasiadas partes de Escocia hemos perdido excelentes candidatos”, ha lamentado.
Los grandes beneficiados han sido los laboristas escoceses que han mejorado considerablemente los resultados de los pasados comicios, hasta el punto de quedarse a un escaños de vencer al SNP en Glasgow, la ciudad natal de la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, por lo que los nacionalistas podrían formar coalición allí con los Verdes.
Después de una década de derrotas, el líder laborista de los escoceses, Anas Sarwar, ha destacado que se trata de un día “feliz y positivo” para el partido, que pone ya los ojos, ha dicho, en el SNP.
El SNP siguió siendo el partido hegemónico, haciéndose con 454 de los 1.227 escaños disponibles en toda Escocia, 23 más que los resultados de 2017. Los laboristas lograron 282, lo que significa 20 más; los conservadores perdieron 63, cayendo a 214; los Demócratas Liberales ganaron 20 –en gran parte a expensas de los conservadores– alcanzado 87; mientras que los Verdes registraron su mejor resultado ganando 35 asientos.
Para quien también fueron desastrosas fue para el partido nacionalista disidente Alba, del antiguo jefe del SNP, Alex Salmond, quien no ha podido mantener ninguno de sus dos escaños en la Asamblea.
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