La retirada de las fuerzas internacionales que durante dos décadas han ocupado Afganistán está provocando una rápida reordenación de fuerzas, que deja en condiciones precarias al gobierno del país, que ya no cuenta con el apoyo armado internacional. Los talibanes, con un amplio territorio dejado a su suerte, comenzaron hace pocas semanas recuperando rápidamente las áreas rurales. A continuación fueron cayendo, una a una, las capitales provinciales. Ahora, con la mayor parte del territorio en sus manos, empiezan a pensar en Kabul.
Aunque ha habido algunos intentos de acuerdo, de momento el gobierno de Afganistán aseguró ayer que los insurgentes no quieren negociar ni tampoco la renuncia del presidente Ghani. Lo que buscan es “la conquista y la rendición”. De momento, ya tienen completamente en su poder 17 de las 34 capitales provinciales, mientras que diariamente ocupan varias más, ante unas fuerzas del gobierno que abandonan enclave tras enclave, sin oponer resistencia, en cuanto los talibanes se acercan.
El presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional, Abdullah Abdullah, se reunió en Doha (Qatar) con representantes de los talibanes y de varios países para obtener apoyos en las estancadas conversaciones de paz. Abdullan aseguró posteriormente que los talibanes no piensan en negociar sino en recuperar la capital.
En las últimas horas los talibanes han entrado en Maidan Shahr, capital de la provincia de Wardak, y puerta directa hacia Kabul, con lo que pasan a controlar más capitales de provincia que el gobierno. De hecho, parecen haber dejado en segundo plano la conquista de otras capitales para concentrarse directamente en la del país. Por su parte, la estrategia gubernamental parece ceñirse justo a lo contrario: no oponer gran resistencia en ningún lugar, para acumular una gran cantidad de fuerzas precisamente en el área de Kabul.
Mientras tanto, una parte de la población civil, sobre todo la más vulnerable o la que pudiera temer represalias por parte de los talibanes, podría verse envuelta en una nueva crisis migratoria. En este punto será clave la actitud de los países vecinos, como Pakistán, que de momento parecen abiertos a acoger población huida, pero los acontecimientos cambian en cuestión de horas.
La respuesta de los países occidentales está, en general, por ver. De momento, Canadá ha manifestado su intención de acoger a 20.000 personas.
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