Hoy, 6 de octubre, el escenario internacional está marcado por una serie de procesos electorales en diferentes regiones del mundo. Desde las elecciones locales en Bosnia-Herzegovina y Brasil, hasta las presidenciales en Túnez y un crucial referéndum en Kazajistán, los ciudadanos de estos países están llamados a las urnas para tomar decisiones que tendrán implicaciones significativas en su futuro político, económico y social.
Elecciones presidenciales en Túnez: el futuro del país en juego tras una década de inestabilidad
Túnez celebra sus terceras elecciones presidenciales desde la histórica ‘Primavera Árabe’ que derrocó al régimen autoritario de Zine el Abidine ben Alí en 2011. Estas elecciones, cargadas de simbolismo, son vistas como un momento clave para el futuro del país en medio de crecientes críticas hacia el actual presidente, Kais Saied, quien es el favorito para la reelección. La jornada electoral llega en un contexto de descontento popular, crisis económica y acusaciones de autoritarismo contra Saied, quien ha concentrado un poder sin precedentes en los últimos años.
Kais Saied: un favorito bajo la sombra del autoritarismo
El actual presidente, Kais Saied, ha sido una figura controvertida desde que asumió poderes extraordinarios en 2021, cuando disolvió el Parlamento y modificó la constitución a través de un referéndum, otorgándose amplias facultades ejecutivas. Aunque muchos ciudadanos lo ven como una figura que ha intentado poner orden en un país marcado por la inestabilidad y la corrupción política, sus detractores lo acusan de haber llevado a Túnez hacia una deriva autoritaria, alejándose de los ideales democráticos que surgieron tras la Primavera Árabe.
Saied se enfrenta a dos rivales en estas elecciones, aunque la contienda ha sido ensombrecida por el reciente encarcelamiento de uno de ellos, lo que ha generado críticas sobre la transparencia y la justicia del proceso electoral. A pesar de las acusaciones, las encuestas y los análisis políticos sugieren que Saied es el claro favorito para ganar estas elecciones, en parte debido a la fragmentación de la oposición y la percepción de que ha sido el único líder capaz de tomar decisiones firmes en un contexto de caos político.
Una economía en crisis
El telón de fondo de estas elecciones es una economía en profundo deterioro. Túnez enfrenta una alta tasa de desempleo, inflación descontrolada y una creciente deuda pública. Muchos ciudadanos están desilusionados con los logros de la revolución de 2011, ya que las promesas de un mayor bienestar económico y justicia social no se han materializado. Esto ha generado un clima de apatía y desconfianza en la clase política, lo que podría reflejarse en un bajo nivel de participación en las urnas.
Saied ha intentado culpar a los políticos corruptos del pasado por la situación actual y ha propuesto medidas de austeridad para abordar la crisis, pero sus decisiones no han logrado revertir la situación. La falta de inversión extranjera, combinada con la presión del Fondo Monetario Internacional para realizar reformas, ha generado tensiones adicionales.
La legitimidad en juego
Uno de los aspectos más preocupantes de estas elecciones es el bajo nivel de confianza en las instituciones democráticas. La abstención ha sido históricamente alta en las últimas elecciones legislativas, y existe el temor de que un escaso nivel de participación en estas elecciones presidenciales pueda socavar la legitimidad del ganador, especialmente si Saied obtiene una amplia victoria en un contexto de descontento social.
Las críticas internacionales no se han hecho esperar. Organizaciones de derechos humanos y algunos gobiernos occidentales han expresado su preocupación por la concentración de poder en manos de Saied y por la aparente falta de mecanismos de control y equilibrio en el sistema político tunecino. Si bien Saied ha defendido sus acciones como necesarias para preservar la estabilidad del país, muchos lo acusan de haber minado los cimientos democráticos de Túnez.
Referéndum nacional en Kazajistán: una decisión clave sobre la energía nuclear
Kazajistán celebra un referéndum nacional que determinará si el país construirá su primera planta de energía nuclear, un proyecto que ha generado un intenso debate público. Este referéndum, propuesto por primera vez en 2019 por el presidente Kassym-Jomart Tokayev, tiene como objetivo abordar la creciente necesidad energética de Kazajistán, reducir la dependencia de combustibles fósiles y frenar las emisiones de gases de efecto invernadero.
En los últimos años, Kazajistán ha experimentado frecuentes cortes de electricidad, lo que ha puesto de relieve la necesidad de fuentes de energía más estables. Como el mayor productor de uranio del mundo, el país tiene la capacidad de desarrollar una industria nuclear robusta, y el gobierno ha destacado que la construcción de una planta nuclear ayudaría a garantizar un suministro eléctrico confiable y sostenible.
Si la mayoría de los votantes apoya esta iniciativa, la planta se construirá en la localidad de Ülken, cerca del Lago Balkhash, una región que ha sido objeto de controversia debido a la inestabilidad de los niveles de agua en el lago. Ecologistas locales y residentes han expresado su preocupación por los posibles impactos ambientales que podría tener el proyecto, alertando sobre los riesgos para el ecosistema de la zona.
Además de las preocupaciones medioambientales, algunos activistas políticos han manifestado su oposición al referéndum debido a la posibilidad de que Rusia sea seleccionada como la constructora de la planta, lo que añade un componente geopolítico al debate. Las relaciones con Rusia son delicadas, y muchos ciudadanos ven con escepticismo cualquier proyecto que refuerce la influencia de Moscú en el país.
Elecciones locales en Brasil: un termómetro del escenario político nacional
También se celebran elecciones locales en Brasil, donde más de 5,500 municipios irán a las urnas. Aunque estas elecciones son de carácter local, se les atribuye una gran importancia a nivel nacional, ya que permitirán medir el pulso político en torno a dos de las principales figuras del país: el actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, y el expresidente Jair Bolsonaro. En las últimas elecciones municipales de 2020, tanto el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula como las candidaturas apoyadas por Bolsonaro sufrieron reveses significativos, con el partido de centroderecha MDB emergiendo como el gran vencedor. Estas elecciones de 2024 presentan un escenario distinto, pero igualmente complejo.
El contexto político: entre Lula y Bolsonaro
En 2020, el PT sufrió uno de sus peores resultados electorales, con la ausencia de victorias en capitales estatales, en parte debido a la persecución política que afectó al partido desde la destitución de Dilma Rousseff en 2016 y el posterior encarcelamiento de Lula. Por su parte, las candidaturas de Bolsonaro tampoco lograron un buen desempeño, aunque el MDB, un partido centrista, ganó en el 45% de los municipios.
Sin embargo, el panorama ha cambiado. Las elecciones de hoy serán vistas como una prueba clave de la consolidación del mapa político brasileño en torno al eje Lula-Bolsonaro. Aunque el PT ha visto una ligera disminución en el número de candidaturas para estas elecciones, partidos de izquierda como PSOL y Rede han aumentado su participación, reflejando un resurgimiento del progresismo. Por el otro lado, el conservadurismo ha crecido significativamente, con un aumento del 42% en las candidaturas de partidos de derecha como el Partido Liberal (PL) de Bolsonaro.
Sao Paulo: el centro de atención
En la ciudad más grande de Brasil, Sao Paulo, la contienda electoral se centra en tres candidatos principales: Ricardo Nunes (MDB), Guilherme Boulos (PSOL) y Pablo Marçal (PRTB). Ninguno de los partidos de Lula o Bolsonaro presentan candidatos propios aquí, pero ambos líderes nacionales están indirectamente involucrados.
- Ricardo Nunes, actual prefecto, asumió el cargo tras la muerte de Bruno Covas en 2021. Aunque su partido, el MDB, se posiciona en el centro político, cuenta con el apoyo de Jair Bolsonaro y del gobernador del Estado, Tarcísio de Freitas.
- Guilherme Boulos, un activista y líder del Movimiento de los Sin Techo, es el candidato progresista con más respaldo en Sao Paulo. Va acompañado en la fórmula por Marta Suplicy, una ex prefecta de la ciudad que aporta experiencia y peso político.
- Pablo Marçal, un influencer y coach de autoayuda sin experiencia política previa, representa a la ultraderecha y compite por el mismo electorado que Nunes.
Las encuestas más recientes, como las de Real Time Big Data, muestran un empate técnico entre los tres contendientes, lo que sugiere una segunda vuelta entre dos de ellos. Este resultado será clave para medir la influencia de Bolsonaro y el apoyo al progresismo en el corazón económico del país.
Río de Janeiro: una elección bajo la sombra del crimen organizado
En Río de Janeiro, el escenario político está fuertemente influenciado por la corrupción y la infiltración del crimen organizado en las instituciones. La ciudad enfrenta un grave problema con narcotraficantes y milicias paramilitares, lo que genera preocupación sobre la posibilidad de manipulación del voto.
El actual prefecto, Eduardo Paes (PSD), busca la reelección con el apoyo de Lula da Silva. Paes ya ha gobernado la ciudad en el pasado y su gestión es vista con buenos ojos por gran parte del electorado. Según las encuestas, Paes es el favorito, con un 55% de las preferencias según Real Time Data.
Su principal competidor es Alexandre Ramagem (PL), un exjefe de la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin) y cercano a Bolsonaro. Ramagem cuenta con el respaldo del gobernador del estado, Claudio Castro, y se posiciona como el representante de la derecha bolsonarista en Río.
El tercer contendiente es Tarcísio Motta, del PSOL, un candidato progresista que podría ser clave en una eventual segunda vuelta si transfiere su apoyo a Paes. Sin embargo, las encuestas sitúan a Motta con alrededor de un 8% de intención de voto, lo que dificulta su acceso a la segunda vuelta.
Elecciones locales en Bosnia-Herzegovina: complejidad política
Bosnia-Herzegovina celebra elecciones locales que comprenden la elección de alcaldes y asambleas municipales en las 143 municipalidades que componen las entidades de la Federación de Bosnia y Herzegovina y la República Srpska. Estas elecciones, reguladas por la Ley de Elecciones, reflejan la compleja estructura política y administrativa del país, fragmentada por divisiones étnicas y políticas que perduran desde la guerra de los años 90.
Un sistema electoral complejo
El proceso electoral en Bosnia-Herzegovina es un ejemplo claro de la descentralización que caracteriza a este país. En estas elecciones municipales, los alcaldes son elegidos mediante un sistema de FPTP, lo que significa que el candidato que reciba la mayor cantidad de votos, sin necesidad de mayoría absoluta, se convierte en alcalde. Debido a esto, las coaliciones multipartidistas son comunes en las candidaturas a la alcaldía, especialmente en municipios donde la diversidad étnica y política puede fragmentar el voto.
Por otro lado, las asambleas municipales se eligen mediante un sistema de representación proporcional de listas abiertas, en el que los ciudadanos pueden votar tanto por partidos como por candidatos individuales. El número de asambleístas varía según la población de cada municipalidad, lo que añade un factor adicional de complejidad a la dinámica electoral local.
Las ciudades clave: Sarajevo, Mostar y Banja Luka
Sarajevo, la capital del país, es una de las ciudades más observadas en estas elecciones. La ciudad está subdividida en cuatro municipios, cada uno de los cuales elige su propia asamblea. Sin embargo, el alcalde de Sarajevo es elegido de manera indirecta por la asamblea de la ciudad, lo que significa que los resultados de las elecciones municipales en los distintos distritos influirán en la selección final del alcalde. En la ciudad de Istočno Sarajevo (Sarajevo Oriental), ubicada en la República Srpska, los ciudadanos votarán directamente por su alcalde, un cambio que se implementó en las elecciones de 2020.
Otro punto crítico de estas elecciones es la ciudad de Mostar. Aquí se utilizan dos sistemas electorales: uno proporcional mixto para elegir los 35 escaños del consejo de la ciudad, con 22 elegidos por áreas específicas y 13 a través de una lista general de la ciudad. El alcalde, por su parte, es elegido por el consejo. Estas elecciones en Mostar son solo las segundas que se celebran desde 2020, tras un acuerdo político que permitió volver a realizar comicios en la ciudad después de más de una década sin votaciones locales. Lo que hace que esta elección sea especial es que es la primera vez desde 2008 que las elecciones en Mostar coinciden con las del resto del país.
Desafíos políticos y económicos
El principal desafío para muchos votantes en estas elecciones sigue siendo la corrupción y la ineficacia administrativa, problemas que afectan tanto a la Federación de Bosnia y Herzegovina como a la República Srpska. A pesar de que los partidos étnicos tradicionales siguen dominando el panorama político, ha habido un creciente descontento entre los votantes, especialmente entre los jóvenes, que buscan alternativas que rompan con el status quo. Sin embargo, las divisiones étnicas aún juegan un papel importante en la configuración de las coaliciones políticas.
La economía del país también es un factor clave que afecta el voto. Con un alto desempleo y una fuerte dependencia de la ayuda internacional, muchos ciudadanos votarán con la esperanza de que los nuevos líderes locales puedan impulsar reformas que mejoren las condiciones económicas y creen oportunidades de empleo.
El caso de Brčko y su estatus especial
El Distrito de Brčko, una unidad administrativa especial, también celebra elecciones municipales hoy. A diferencia del resto del país, Brčko es una entidad autónoma que no pertenece ni a la Federación de Bosnia y Herzegovina ni a la República Srpska. Aquí, los votantes elegirán una asamblea local, que luego será la encargada de seleccionar al alcalde. Este modelo refleja la singularidad de Brčko dentro de la estructura política de Bosnia-Herzegovina.
Implicaciones a largo plazo
Aunque estas elecciones son de carácter local, tienen importantes implicaciones a nivel nacional. Son vistas como un barómetro del clima político general y una oportunidad para que los votantes expresen su opinión sobre los partidos étnicos tradicionales que han dominado la política desde los Acuerdos de Paz de Dayton en 1995. Además, los resultados podrían influir en la configuración de futuras coaliciones en el gobierno central, particularmente en la relación entre las entidades de la Federación y la República Srpska.
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