Los datos de ayer y hoy siguen mostrando una ligera ventaja de Clinton en la carrera hacia la Casa Blanca, aunque hay muchas diferencias entre unas encuestas y otras. En América no suponen mucho escándalo. Se entiende que las encuestas tienen sesgos, y se asume como algo natural que algunas den una clara ventaja a Clinton, de cinco o más puntos, mientras otras dan ganador a Trump, por un margen normalmente menor. Aquí vemos las de ayer:
Esas diferencias están haciendo ganar terreno a los promedios, que se supone que limitan los errores de los estudios individuales. Y si hacemos caso a esos promedios, Clinton aventaja a Trump, a falta de 48 horas para conocer el resultado, con un margen de entre uno y dos puntos. El mapa electoral quedaría más o menos así:
Si esta previsión se cumple, el Estado clave es Florida. Sus 29 votos pueden, por sí mismos o con la ayuda de un Estado pequeño, inclinar la balanza. Y hoy por hoy Florida está en el filo de la navaja, así que si finalmente fuera roja, todos los ojos estarían atentos al pequeño Estado de New Hampshire, cuyos cuatro votos podrían ser definitivos, junto con otro que está bailando en Maine.
Pero sabemos que es habitual que finalmente el resultado electoral no coincida con los promedios, sino que se desvíe dos o tres puntos para un lado u otro.
Si así fuera, y Clinton finalmente consiguiera una ventaja parecida a la que le da la NBC, el mapa seria muy azul, con Nevada y Carolina del Norte cayendo claramente del lado demócrata, a las que podrían unirse, por un margen más estrecho, Iowa y Ohio.
Pero, ¿qué ocurriría si el conjunto de encuestas estuviera minusvalorando a Trump, y, por ejemplo, Los Angeles Times tuvieran algo de razón?
Entonces Donald podría ganar en el conjunto del país por uno o dos puntos, y el resultado final sería parecido a esto:
A Trump le bastaría con llevarse Florida y Colorado para acabar ganando. En ese caso, conseguiría también, casi seguro, New Hampshire. Y si el margen fuera algo mayor, podría aspirar a conquistar incluso Pennsylvania.
Todos estos cambios entran dentro del margen de error normal de las encuestas, y pueden ocurrir perfectamente. Afectan a poco más de cinco Estados, en un sentido o en otro, y es en ellos donde se está jugando la partida.
Por supuesto, los movimientos de última hora podrían hacer que otros Estados que se dan por seguros cambiaran de bando. Eso sí que sería una gran sorpresa y un fallo de la mayoría de las encuestas.
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