El 6 de noviembre, el presidente Donald Trump se juega su primer envite electoral tras su sorprendente triunfo en las elecciones presidenciales de hace casi dos años.
Precisamente cada dos años se renueva un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes. En estos momentos, Trump cuenta con una mayoría republicana de 51 senadores frente a 47 demócratas, y dos no adscritos, pero las cosas pueden cambiar en unos meses. En la Cámara de Representantes (House), la ventaja republicana es aún más amplia, de 241 frente a 194.
A pesar de ello, donde Trump lo tiene más difícil no es en el Senado, sino en la House. La renovación del Senado es parcial, afecta solo a un tercio de sus miembros, y la mayoría de los que se van son demócratas, así que, como si de la clasificación de la ATP de tenis se tratara, quien mejor resultado anterior defiende más tiene que perder. El 6 de noviembre, 23 senadores demócratas dejan su puesto frente a tan solo 10 republicanos. Para conseguir la mayoría, los demócratas deberían lograr al menos 26 de los 33 seats en litigio, cosa muy difícil.
Mucho más sencillo pueden tenerlo los demócratas para controlar la cámara de representantes, porque se renueva totalmente, y sus escaños se reparten en muchas pequeñas circunscripciones uninominales en las que los sondeos les otorgan mayoría. Según la previsión de Nate Silver, el mapa quedaría así (rojo republicanos, azul demócratas):
Esto supone que los demócratas tendrían ya, seguros, 189 asientos en la cámara, frente a 134 de los republicanos. Según Silver, habría un 74.6% de probabilidades de que los demócratas consigan la mayoría, frente a un 25.4% en su contra. Casualmente, es una probabilidad muy parecida a la que Silver otorgaba a Hillary Clinton de alcanzar la Casa Blanca justo antes de que la perdiera.
En aquella ocasión, Silver insistió repetidamente en que una probabilidad relativamente alta no implicaba seguridad, pero sus explicaciones no fueron atendidas, y se interpretó generalmente que había “errado” en su predicción (aunque otros “erraron” más, sin duda, al dar aún menos probabilidades de ganar a Trump).
Por eso esta vez en los titulares evita resaltar los porcentajes (“no los entienden, -dice Silver-, no los entienden”), e intenta otra aproximación: las fracciones. Los demócratas ganarían la Cámara de Representantes en 3 de cada 4 ocasiones, los republicanos, en solo una de cada cuatro. Números grandes, números redondos, para una más fácil comprensión… Aparte, señala que en el 80% de los casos, el resultado estaría muy ajustado, aunque con ventaja demócrata la mayoría de las veces.
A pesar de todas estas cautelas, en realidad, Silver mantiene el mismo modelo predictivo que usó en 2016 y ve tan probable como entonces que los demócratas ganen. Pero ha aprendido la lección: la sociedad en general, cuando lee titulares, no distingue entre un evento “bastante probable” y otro “seguro”, así que hay que formular conclusiones con más cautela, aunque los datos sean los mismos. No importa tanto el dato como la forma de presentarlo. Teniendo en cuenta esto, quizás a Silver no le gustase demasiado el titular que hemos escogido para esta entrada, pero, se entienda o no, sigue siendo lo que se deduce de las encuestas a día de hoy.
De aquí al 6 de noviembre seguiremos atentos la evolución de las… probabilidades (o las fracciones, o como quiera que titule Silver sus proyecciones a partir de ahora). La sociedad americana se juega mucho ese día. Será el primer asalto de las elecciones presidenciales del 2020.
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