Si finalmente hay elecciones el 26 de junio, muchos creen que los resultados serán los mismos que en el 20-D. Las encuestas no se ponen de acuerdo, y las variaciones que predicen no son grandes, así que es probable que no pase nada.
Pero hay un factor a tener en cuenta, y es el mero transcurso del tiempo. Algunas personas morirán y otras se incorporarán al censo en estos meses. ¿Tendrá eso alguna influencia? En algunos lugares hemos leído este argumento: que con el simple paso del tiempo, unos partidos ganarían mucho y otros perderían bastante en unas nuevas elecciones, porque el elector joven y el elector anciano votan de muy diferente manera.
Así que hemos decidido comprobarlo con un pequeño ensayo.
Entre el veinte de diciembre de 2015 y el 26 de junio de 2016 pasarán 186 días. Algo más de medio año. Unas 300.000 personas saldrán del censo por fallecimiento, y un número parecido entrará en él al alcanzar los 18 años de edad. Podemos calcularlo muy aproximadamente.
Además tenemos datos del CIS y de otras casas que nos permiten conocer la diferente intención de voto que tienen los jóvenes y los mayores en España. Podemos deducir también la propensión a la abstención de unos grupos y otros. Con todos esos datos, y ponderando los votos perdidos por fallecimiento teniendo en cuenta la proporción de muertos en función de la edad, hemos elaborado este cuadro hipotético, en el que se desglosan las confluencias para facilitar los cálculos:
Conclusiones:
- Hay ganancias y pérdidas significativas de votos como consecuencia del simple transcurso del tiempo.
- Quien más ganaría sería Podemos y las confluencias. Ciudadanos también, pero lo haría en mucha menor medida.
- El mayor perjudicado sería el Partido Popular, y en menor medida, el PSOE.
- Las variaciones en escaños, si es que se producen, serían mínimas. No hemos provincializado los datos, con lo cual no podemos asegurar que los resultados predichos sean exactos, pues dependería del juego, a menudo casi aleatorio, de los restos. Pero, más allá de un escaño en concreto que pudiera bailar, el saldo de todo lo demás sería idéntico.
Las conclusiones en cuanto a quién gana y a quien pierde son las que todos esperaríamos. Pero lo significativo es que hemos podido cuantificar el resultado. Y el resultado, en un intervalo de tan solo seis meses, es casi inapreciable. Si alguien cree que el simple paso del tiempo es un factor decisivo que juega a su favor o en su contra, se equivoca: hace falta mucho más que seis meses para que empiece a resultar importante.
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