Castilla y León será decisiva para las elecciones del 20 de diciembre. ¿Por qué? Para empezar a entenderlo, hay que repasar datos como estos:
Impresiona, ¿verdad? Castilla y León está formada por provincias con poca población pero mucho peso relativo en el Congreso de los Diputados. Su población total es menos de la mitad (poco más de un tercio) de la de Madrid o Barcelona, pero dispone de un número de diputados parecido. Los detalles sobre por qué esto es así, os los contamos aquí.
Pero esto es solo el comienzo. Además, como la región se divide en nueve provincias, un cambio pequeño en los resultados electorales puede tener un reflejo en forma de escaños muy superior al que se producirá en provincias más pobladas. Y muy superior a cualquier lógica. Veamos un ejemplo:
Madrid y Castilla y León tienen un comportamiento electoral suficientemente parecido como para que podamos compararlo. Además asignan un número de escaños cercano. Supongamos que en las próximas elecciones votasen exactamente igual. ¿Repartirían igual sus escaños? Imaginemos un escenario simplificado con solo cuatro partidos. Por favor, es solo un ejemplo, no os lo toméis al pie de la letra… o sí.
Este es el reparto habitual: lo que más o menos ha pasado siempre en nuestras elecciones: Madrid reparte escaños, mientras Castilla y León los acumula en dos partidos. Conviene recordar que en España hay bastantes provincias donde los escaños se acumulan y muy pocas en las que se reparten como en Madrid. Así que en conjunto gana la acumulación.
Supongamos, sin embargo, que algo cambia en estas elecciones. Imaginemos que nos queda pendiente un pequeño trasvase de votos: En el último momento, Ciudadanos le arrebata al PP un 3% adicional. ¿Qué pasará con nuestros escaños?
Como veis, en Madrid pasa poca cosa. Lo lógico: un escaño que cambia de manos. Pero en Castilla y León se ha producido una revolución que no solo afecta al PP y a Ciudadanos, sino a todos los demás. Beneficia incluso al cuarto en discordia, que parecía que no tenía nada que ver en el asunto. Ya no está fuera: el ascenso de Ciudadanos abre el campo incluso a Podemos, y, al hacerlo, penaliza no solo al PP sino también al PSOE. Se ha roto el bipartidismo. Los grandes pierden y los pequeños ya no lo son tanto. Así que esta es la clave. Hay ciertos umbrales en las provincias pequeñas que, de traspasarse, harán saltar los equilibrios tradicionales por los aires. Esto es lo que quedará claro, de verdad, el 20 de diciembre: si finalmente vamos a terminar con un escenario parecido al tradicional o si por el contrario tendremos uno completamente nuevo. Y no se decidirá en ni Vallecas ni en Sants, sino en las murallas de Ávila y Lugo.
@josesalver
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