El domingo 12 de octubre de 2025, Alvise Pérez, líder de la formación Se Acabó la Fiesta (SALF), presentó oficialmente su candidatura para las próximas elecciones generales, en un acto celebrado en el Palacio de Vistalegre (Madrid). Con ello marca un nuevo capítulo en su estrategia política, tras su irrupción en la escena nacional mediante las elecciones europeas de 2024.
Contexto previo: de agrupación de electores a partido nacional
SALF nació como agrupación de electores para competir en las elecciones al Parlamento Europeo de 2024, donde obtuvo un sorprendente resultado: más de 800.000 votos, lo que se tradujo en tres eurodiputados elegidos. Aquel éxito le otorgó visibilidad y legitimidad, aunque desde entonces el proyecto ha atravesado tensiones internas, escándalos judiciales y cuestionamientos públicos.
Durante 2025, dos de esos eurodiputados electos —Nora Junco y Diego Solier— abandonaron SALF, declarándose independientes tras acusaciones mutuas con Alvise sobre “matonismo” y “chantaje”. Además, el Tribunal de Cuentas propuso la no adjudicación de subvenciones electorales al partido por no haber presentado contabilidad electoral.
Asimismo, la Fiscalía ha pedido al Tribunal Supremo que investigue a Alvise por presunta financiación ilegal de su agrupación, mientras él ha admitido haber recibido 100.000 € en efectivo, aunque negó que esos fondos se destinaran a la campaña política. Estas causas judiciales se suman a otras denuncias en curso.
Frente a estas dificultades, el lanzamiento de una candidatura nacional constituye un riesgo y una apuesta: riesgo por su visibilidad judicial, apuesta por ampliar su base electoral más allá de lo estrictamente europeo.
El acto de presentación: contenido y estrategia
La puesta en escena en Vistalegre fue “a medio gas”, según medios que cubrieron el evento, con una ejecutiva nacional presentada públicamente. En esa intervención, Alvise desgranó un programa con fuertes rasgos simbólicos:
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Una política migratoria dura, con la promesa de deportaciones masivas.
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La construcción de una “macrocárcel” al estilo de las implementadas en El Salvador.
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Una línea económica inspirada en el presidente argentino Javier Milei, con propuestas liberalizadoras radicales.
Durante su discurso, Alvise justificó las 100.000 € en efectivo que recibió como un pago por una charla sobre “libertad financiera” y negó que esos fondos hubieran financiado su campaña política. Asimismo, argumentó que los recursos fueron destinados en parte a gastos personales o profesionales. Esto evidencia el intento de conjugar estrategia electoral y defensa ante los procesos judiciales que pesan sobre su figura.
Reacciones y resistencias
La decisión de lanzar candidatura nacional ha suscitado reacciones encontradas:
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Desde el ámbito político tradicional, se observa preocupación: su proyecto puede erosionar votos de formaciones de derecha (por ejemplo, Vox) al captar un electorado desencantado con el sistema.
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En medios y analistas, se cuestiona la viabilidad de su ascenso, dada su fuerte exposición judicial, la pérdida de impulso tras las fracturas internas y su baja parlamentaria hasta ahora.
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Desde sus antiguos compañeros, Junco y Solier han denunciado un estilo autoritario y coercitivo dentro del partido, acusaciones que pueden minar su legitimidad interna.
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En lo judicial, los procesos abiertos son un elemento constante del debate público sobre su candidatura: financiación ilegal, revelación de secretos, acoso y otras causas están pendientes de instrucción.
Retos para su proyecto
La candidatura nacional que inicia Alvise enfrenta una serie de obstáculos y tensiones:
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Credibilidad frente al electorado: la presencia de múltiples causas judiciales puede disuadir a votantes moderados o escépticos.
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Consolidación interna: tras la salida de dos eurodiputados y denuncias internas, necesita un liderazgo que unifique y articule estrategia.
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Capacidad logística y operativa: pasar de una plataforma basada en redes sociales a una estructura territorial es un desafío mayor.
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Fiscalización y financiación: deberá justificar sus cuentas, rendir cuentas frente al Tribunal de Cuentas y enfrentar posibles investigaciones.
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Competencia estratégica: su nicho de discurso populista de derecha ya coincide con otros actores políticos, lo que le obliga a diferenciarse claramente.
Perspectivas e implicaciones
Con su candidatura nacional, Alvise aspira a no limitarse como figura europea, sino a ser actor central del tablero político español. Si bien se presenta como un outsider antisistema, deberá enfrentar las lógicas tradicionales de la contienda electoral: alianzas, debates, campañas territoriales, fiscalización y propuestas más allá del discurso.
Para el mapa político español, su ascenso o su estancamiento pueden tener efectos relevantes: si logra consolidarse, podría reconfigurar el espacio de la derecha populista; si no, puede convertirse en un proyecto testimonial mediático, con gran ruido en redes pero poco sustento institucional.
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