En septiembre se celebrarán las elecciones generales en Austria, tras el llamado “caso Ibiza“, que provocó recientemente la caída del gobierno, tras difundirse vídeos comprometidos que implicaban al vicecanciller del país y miembro del Partido ultraderechista FPÖ.
Hasta ese momento, la coalición gubernamental estaba formada por el partido del Canciller Sebastian Kurz (ÖVP- Partido Popular), y por el propio FPÖ.
Las perspectivas para las elecciones de septiembre mantienen la fuerte primacía de la derecha en el país, aunque con algunos cambios significativos: Kurz podría tener la opción, tras los comicios, de prescindir de los apoyos del FPÖ para formar gobierno, puesto que sus expectativas están al alza, mientras los ultranacionalistas caen por debajo del 20% en la mayoría de los sondeos.
Por la izquierda, los verdes, que en las anteriores elecciones quedaron fuera del Parlamento (no alcanzaron el umbral mínimo del 4% de los votos), en esta ocasión superararán ampliamente esa cota, aunque quedan muy lejos aún de los socialdemócratas, que se mantienen ligeramente a la baja.
Tanto los liberales de Neos como los verdes se configuran como alternativas a la hora de conseguir nuevas mayorías. Un par de puntos para un lado u otro decidirán el rumbo de la política austríaca a partir de septiembre, en la que lo único que parece decidido hoy por hoy es que el principal socio de gobierno seguirá siendo el Partido Popular.
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