Desde siempre, los jóvenes y los mayores han visto el mundo de manera diferente. Pero últimamente, en Europa, las diferencias son más acusadas que nunca. Tanto, que podrían llegar a plantear un problema generacional importante.
A lo largo de los dos años que ya lleva el proceso del “Brexit“, por ejemplo, la opinión pública británica ha ido evolucionando, partiendo de un ligero apoyo inicial a la salida de la Unión, y basculando ahora hacia un cierto rechazo (Remain). Pero las diferencias en esta evolución han sido pequeñas y realmente nadie cuestiona el resultado del referéndum (de momento).
Lo que llama la atención es la enorme disparidad de opiniones según la edad de los británicos. Aunque el 52% de los ciudadanos sería ahora partidario del no salir de la Unión, entre los más jóvenes con derecho a voto, estos son nada menos que el 80%. En cambio, los más ancianos son partidarios del Brexit en un porcentaje abrumador (82%).
Por primera vez en el historia, quizás, la edad resulta ser un factor más importante que el eje derecha-izquierda para saber qué opina una persona sobre determinados temas clave en varios países europeos (inmigración, servicios públicos, Unión Europea, etc). En Gran Bretaña, por ejemplo, solo el 69% de los votantes conservadores son hoy partidarios del Brexit, y solo el 67% de los laboristas lo son del Remain. Las diferencias son mucho menos acusadas entre los votantes de distintos partidos que entre los de distintas generaciones, lo cual hubiera sido hasta hace poco algo asombroso.
Algunos empiezan a hacerse una pregunta comprometida: ¿es posible hablar de una auténtica “voluntad nacional” cuando existen abismos tan grandes entre las diferentes sectores de la población? ¿Puede una mayoría de determinada edad imponer su voluntad en temas transcendentales como este a otra mayoría de distinta edad? ¿No serían necesarias mayorías reforzadas para tomar decisiones de esta naturaleza, que pueden afectar fundamentalmente en el futuro a quienes se oponen muy mayoritariamente a ellas?
Aunque en el Reino Unido no se discute el resultado del referéndum de hace dos años, sí que hay una gran controversia sobre cuál debe ser el objetivo de las negociaciones con la U.E y los contenidos del acuerdo final a firmar con ella. Todas las encuestas dicen que, también en esto, jóvenes y mayores discrepan profundamente. En esa encrucijada se encuentra el gobierno de Theresa May (y, también, la oposición laborista), porque en sus filas no reina la unanimidad, sino la división. La misma que separa como nunca a jóvenes de ancianos.
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