Se celebra este fin de semana el Congreso del PSOE tantas veces aplazado, una vez solucionadas las crisis de liderazgo que sumieron al partido en la desorientación durante el último año.
Ahora, con Pedro Sánchez coronado como jefe absoluto, tras su incontestable triunfo en las primarias, se trata de conformar una ejecutiva que lleve adelante el proyecto socialista durante los próximos años.
Las encuestas, por fin, dan señales de evidente mejoría, y en el horizonte se atisba la siempre posible, nunca articulada, mayoría alternativa frente al gobierno del Partido Popular, para la que muchos sospechan que Sánchez se pondrá a trabajar pasado el verano.
Los barones regionales del partido apostaron en su gran mayoría por Susana Díaz, y erraron la apuesta. Como consecuencia de ello, Sánchez se ha visto durante el último mes con total libertad para conformar la ejecutiva a su gusto. Algunos puestos clave, como la portavocía parlamentaria, esencial teniendo en cuenta que Sánchez no es diputado, deberán decidirse próximamente, y muchas voces apuntan a Margarita Robles como la candidata elegida.
El camino elegido por Sánchez pasa, al parecer, por integrar en lo posible a Patxi López y su gente, pero no así a los seguidores de Susana Díaz, que deberán pasar por su particular «travesía del desierto» tras este congreso federal. Sin embargo, no conviene olvidar que este sector del partido tiene un gran peso territorial en el sur, y mayor aún entre los dirigentes socialistas. Así que Sánchez, aún teniendo todo el poder en sus manos, deberá andarse con cuidado.

Guerra pide aplicar el 155 de la Constitución.
Pues a mí me da que los nacionalistas catalanes quedarían encantados. El gobierno asume el poder en la Generalitat, se hace con el control de los medios de comunicación públicos, a ellos los inhabilitan (eso lo tienen asegurado de cualquier forma) e incluso si suspenden el parlamento mucho mejor. Todos los inhabilitados se convertirían en mártires de la causa y cualquier mensaje lanzado desde un medio público sería interpretado en clave contraria. En un período no muy largo el gobierno tendría que volver a convocar elecciones y los independentistas arrasarían. Y mientras, además, los marrones presupuestarios se los comería el PP. Ideal.