La tensión ha estallado en Venezuela, donde desde hace tiempo conviven dos legitimidades opuestas y, ahora, además, hay dos supuestos presidentes.
Desde que el pasado lunes 27 guardias nacionales se sublevaran en el cuartel de Cotiza, se desataron las protestas contra el gobierno, que fueron en aumento hasta que ayer el jefe de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se autoproclamó presidente interino, en abierto desafío a Nicolás Maduro.
Guaidó es diputado desde 2010. En 2017 pasó a ser presidente de la Comisión Permanente y en 2018 fue designado jefe de la mayoría opositora parlamentaria. A pesar de que en la Asamblea Nacional la oposición al chavismo es mayoría desde 2016, esto no ha supuesto un cambio en la dirección del país, puesto que el Tribunal Supremo atribuyó en la práctica sus competencias a otro organismo, la “Asamblea Nacional Constituyente”, afín al gobierno.
Por su parte, Nicolás Maduro logró la reelección como presidente en 2018, en unas elecciones boicoteadas por la oposición.
Un buen número de países han reconocido desde ayer a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, empezando por los Estados Unidos de Trump, mientras otros se posicionan del lado del gobierno. La Unión Europea, por su parte, apela a la legitimidad democrática de Guaidó y la Asamblea Nacional, pero ha evitado hacerle un reconocimiento expreso como presidente, limitándose a exigir que el pueblo venezolano “determine libremente su propio destino”.
La división también se refleja en España, donde políticos de uno y otro signo lanzan mensajes de apoyo a Maduro (Podemos e Izquierda Unida) y a la oposición. El gobierno no ha realizado, de momento, un pronunciamiento expreso, pese a las presiones que se producen en ese sentido, incluso en el seno de su propio partido.
Hasta el momento, los desórdenes producidos se han saldado con varios muertos y decenas de desaparecidos. Los altos mandos del ejército venezolano se han manifestado del lado de Nicolás Maduro. El gobierno bolivariano conserva el control de la situación y de las fuerzas de seguridad, pero las protestas en la calle continúan y se extienden por gran parte del país, mientras Maduro ha ordenado la detención de Guaidó.
La amenaza de que la tensión se extienda y proliferen los choques en la calle entre partidarios y detractores del gobierno de Maduro es la mayor preocupación, porque podría suponer que la crisis institucional terminase por desembocar en un conflicto civil.
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