Si por algo se caracteriza la información sobre el coronavirus que se está difundiendo es por su confusión. Son tantos y tan variados los datos y las cifras manejados que, finalmente, acabamos por perder el sentido auténtico de la pandemia.
Hay que tener en cuenta que los datos de infectados que se están publicando no reflejan la realidad. El mero hecho de que la relación entre infectados y fallecidos, para algunos países, alcance tasas alarmantes (del 15 y hasta el 20%) mientras que en otros sea netamente inferior, deja claro que algo está fallando. Por supuesto, un primer elemento distorsionador es que los fallecimientos llegan después que las infecciones, lo cual hace que, según el grado de avance de la enfermedad en cada país, los datos no resulten homogéneos.
Pero esta discrepancia debería salvarse pronto, a los pocos días, y no está siendo así. ¿Por qué? La causa no puede ser, solo, que los sistemas sanitarios de algunos países sean mucho mejores que los de otros, y logren una tasa de supervivencia mayor. Eso justificaría diferencias en la tasa de mortalidad del doble o del triple, pero no de diez o veinte veces más, como se están difundiendo.
Los estudios realizados en China entre poblaciones muy amplias demuestran una relación directa entre edad y fallecimientos. Estos se producen en todas las edades, pero mucho más entre los mayores. El porcentaje final de fallecidos sobre infectados que ofrecen algunos países llegan a acercarse al de la población china de más de 80 años, lo cual es absurdo.
La única explicación coherente es que el número de infectados declarados es muy inferior al real, en todo el mundo. Esto es así porque muchos contagiados no presentan síntomas, y porque otros, aún presentándolos, no son sometidos a las pruebas que determinan si son portadores del virus o no. Los criterios que se siguen para realizar las pruebas son muy diferentes en unos países respecto a otros, por lo que no hay forma humana de hacer comparaciones que nos digan dónde y cómo está progresando la enfermedad.
Ni siquiera el número de personas atendidas ni el de hospitalizadas son comparables y coherentes, porque hay diferencias excesivas entre países. Así pues, debemos asumir que solo la cifra de fallecimientos nos indica claramente la marcha de la enfermedad en cada lugar: es un dato terriblemente objetivo y que acaba por igualar a todos los países.
Pero incluso a esa cifra hay que hacerle, no obstante, una decisiva corrección final: debemos relacionar los datos de fallecidos con el de población, para obtener un macabro índice per capita. De lo contrario, si comparamos a China con España o a Estados Unidos con Corea del Sur en términos absolutos, tenderemos a pensar que la pandemia es más grave en los países más grandes, mientras que pasaremos por alto situaciones muy graves en países pequeños.
Hemos elaborado un índice de fallecimientos por cada 10.000.000 de habitantes, que expresa mucho mejor la evolución de la enfermedad y nos muestra con claridad y sin filtros qué países la han derrotado pronto y cuáles, por desgracia, ni siquiera ha empezado a conseguirlo.
NOTA: Las cifras se refieren a los datos completamente confirmados y reportados a nivel internacional, con lo que puede haber un retraso de uno o dos días respecto a las cifras disponibles internamente en cada país.
Tu opinión
Existen unas normas para comentar que si no se cumplen conllevan la expulsión inmediata y permanente de la web.
EM no se responsabiliza de las opiniones de sus usuarios.
¿Quieres apoyarnos? Hazte Patrón y consigue acceso exclusivo a los paneles.