ERC dice “sí” a negociar, pero pone condiciones. ¿Y ahora qué?

Ayer la militancia de ERC respondió a la pregunta sobre su opinión ante el próximo intento de investidura de Pedro Sánchez, formulada por la dirección en los siguientes términos: “¿Está de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación? “

Más allá de lo acertado o no de la redacción, que plantea una curiosa doble negación, lo cierto es que las bases del partido han respondido con una afirmación: “Sí”, con un porcentaje de apoyo netamente superior al 90%.

Por tanto, puesto que la militancia “rechaza” a Pedro Sánchez si no se ha constituido previamente una mesa de negociación, implícitamente se puede interpretar que, de existir esa mesa, los afiliados de ERC avalan un voto favorable o al menos una abstención…

Complica un poco más el asunto el que en la pregunta se mencione expresamente la palabra “acuerdo”, que implicaría no solo la existencia de la mesa, sino que en ella se alcanzaran determinados consensos firmes sobre el camino a emprender ante la crisis catalana.

Sea como fuere, la pelota está ahora en el tejado de ambos partidos. El PSOE ha preguntado a sus militantes por el pacto con Unidas Podemos, que ha sido ampliamente apoyado, pero no por el necesario apoyo de ERC, así que, en principio, mantiene la línea que defendió en la campaña electoral, y que no pasa precisamente por acuerdos con los independentistas.

La constitución de las Cortes se llevará a cabo a primeros de diciembre, e inmediatamente después se precipitarán las sesiones de investidura, si es que hay un candidato con posibilidades designado para ello. Llegados a ese momento, o bien el PSOE deberá desdecirse de su intención, muchas veces repetida durante la campaña electoral, de “no hacer cesiones” ante las pretensiones de los partidos independentistas, o bien ERC deberá atenuar su exigencia de que se constituya una mesa que llegue a acuerdos concretos, lo cual, quizás, no gustaría mucho a su militancia.

En todo caso, alguien debe mover ficha y arriesgarse a que ese movimiento no caiga bien entre sus propios simpatizantes: de lo contrario, la perspectiva de unas terceras elecciones no sería ya una posibilidad remota.