En las elecciones autonómicas de 2011, en un momento en la que dominaba el bipartidismo, el Partido Popular de Castilla La Mancha consiguió ganar las elecciones autónomicas con más del 48% de los votos, y cinco puntos de ventaja sobre el Partido Socialista. Fue un claro triunfo para María Dolores de Cospedal, que venía de perder las anteriores elecciones, las de 2007, por más de diez puntos de diferencia. Llegaba “el cambio” a una comunidad hasta entonces escorada a la izquierda.
Sin embargo, la traducción de ese resultado a escaños no gustó a los dirigentes populares: 25 diputados para el PP, 24 para el PSOE. ¡Un diputado de diferencia! El margen parecía demasiado estrecho para una victoria que era, a todas luces, más amplia. Pronto se dieron cuenta, incluso, de que pequeños cambios en el voto de alguna provincia, hubieran podido dar el gobierno al Partido Socialista.
Así que, calculadora en mano, se planeó una reforma del sistema electoral que hiciera “más justo” el resultado. Como estábamos en época de recortes, la solución consistió en recortar actas de diputado, y disminuir el número de 49 a 33. Era una rebaja que sería bien entendida por los ciudadanos, y daba un resultado conveniente para el partido, así que con ella se mataban dos pájaros de un tiro. A pesar de la bajada de escaños, se mantuvo un mínimo de diputados por provincia elevado: tres diputados. El resto de diputados que quedaba fue asignado a las cinco provincias de la región conforme al número de habitantes de cada una de ellas. Así se aumentaba el peso de las menos pobladas, y se conseguía que las más pobladas tuvieran menos diputados, impidiendo el acceso al parlamento de terceros partidos que pudieran alterar el juego de los dos mayoritarios.
Con la reforma bajo el brazo, la presidenta regional se presentó a las elecciones autonómicas de 2015. Volvió a ganar, volvió a superar a su rival socialista, aunque con menos votos, y esta vez el sistema electoral (reformado) le concedió una ventaja sobre los socialistas de dos escaños (aunque finalmente con el recuento definitivo se quedaron en uno). Parecía que todo se desarrollaba según lo previsto, pero Cospedal tuvo que dejar el gobierno y pasar a la oposición.
¿Cómo es posible? Lo que ocurrió es muy conocido, pero lo volveremos a contar. Ocurrió que habían surgido dos nuevos partidos con posibilidades reales de entrar en el Parlamento Regional: Podemos y Ciudadanos. El primero de ellos (Podemos) obtuvo en tres provincias (finalmente, en dos) el número suficiente de votos como para arañar el último diputado, pero el segundo (Ciudadanos) se quedó a las puertas de lograrlo en casi todas, sin conseguirlo en ninguna.
De esta forma, las cuentas hechas por quienes diseñaron de la reforma electoral, que se basaban en las elecciones de 2011, se vinieron abajo. Si el Parlamento regional hubiera mantenido sus 49 diputados, Ciudadanos y Podemos habrían logrado cuatro, el PP 20 y el PSOE 21. El PSOE, entonces, hubiera podido escoger entre apoyarse en Podemos o en Ciudadanos para gobernar. Pero con un parlamento de tan solo 33 diputados, y sin la opción de Ciudadanos, la única alternativa que le quedaba al PSOE era pedir el apoyo de Podemos. Así, el gran beneficiado por la reforma de Cospedal fue un partido que ni siquiera existía cuando se planteó: Podemos.
La reforma del sistema electoral no facilitó a Cospedal la reelección, sino que la hizo mucho más difícil, al eliminar posibles mayorías alternativas. En definitiva, benefició a la Podemos, que pudo hacer valer sus escaños.
[uberchart id=”959″]En en materia electoral, hacer reformas ad hoc con la vista puesta en los últimos resultados electorales, puede resultar nefasto. Lo ocurrido en el pasado no garantiza lo que vaya a pasar en el futuro, y Cospedal lo aprendió de la forma más dura: siendo expulsada del gobierno.
Como consecuencia de la reforma, el Parlamento de Castilla La Mancha ha perdido proporcionalidad, el balance entre unas provincias y otras está más descompensado, y una fuerza política como Ciudadanos, que obtuvo casi 100.000 votos y el 9% de los sufragios, está fuera del Parlamento autonómico, cosa que jamás habría ocurrido en el pasado.
¿Qué ocurrirá en las elecciones de 2019? Nadie lo sabe. Un pequeño cambio de un 1% en el voto a cualquiera de los cuatro partidos principales podría, por el juego de los restos, alterar tres o cuatro escaños. Esos escaños serán decisivos para formar el futuro gobierno. Pero esa será otra historia, que contaremos en su momento.
Mientras tanto, hoy es la fiesta de la comunidad. ¡Feliz día a todos los castellano-manchegos!
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