El 7 de julio de este año se celebrarán las elecciones legislativas griegas. Durante estos últimos cuatro años, el gobierno de Syriza ha afrontado la fase final de la difícil reestructuración económica y social del país, tras la profunda crisis padecida. Las difíciles medidas tomadas parecen estar a punto de pasarle factura y mandar al partido de Tsipras a la oposición.
El sistema electoral griego favorece al partido ganador con 50 escaños extra, además de los que obtenga en las 250 circunscripciones ordinarias. De esta forma, el conservador Nueva Democracia, a pesar de contar solo con el 34% de los votos, podría conseguir la mayoría absoluta, y no necesitaría ni a los partidos nacionalistas de derechas (Amanecer Dorado está estancado en el 5%, y a su lado parece despegar “Solución Griega”, con el 4%) ni a los socialdemócratas del “Movimiento por el Cambio”, que han venido a sustituir las viejas siglas del PASOK. Mientras tanto, el partido de Varoufakis lucha por alcanzar la barrera mínima del 3% de los votos, por debajo de la cual no tendría derecho a entrar en el parlamento heleno.
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