El 1 de julio es la fecha marcada por el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para iniciar la anexión a Israel de parte de Cisjordania, en lo que sería el pistoletazo de salida del plan unilateral ideado por el gobierno israelí y aprobado por EEUU para buscar una solución al conflicto con Palestina.
Israel ha diseñado un plan por fases en los que incorporaría a su territorio casi el 30% del actual territorio de Cisjordania, que se encuentra dividido en varias regiones y enclaves según sean zonas de control israelí, palestino o de alguno de los dos con dominio administrativo del otro.
Se calcula existen unos 430.000 judíos israelíes que residen actualmente en asentamientos construidos en territorio ‘ocupado’ de Cisjordania, mientras que entre 2 y 3 millones de árabes palestinos vivirían en territorio cisjordano.
La anexión y el ‘futuro estado palestino’
El plan de Trump y Netanyahu para la región pasa por aumentar la extensión del terrotorio israelí incorporando en él los asentamientos algo que sería ilegal a día de hoy por la oposición de la autoridad palestina, según los tratados internacionales, para después otorgar de reconocimiento oficial a un nuevo ‘estado palestino’ que se quedaría con los territorios no anexionados.
Altos cargos de la ONU se han pronunciado en contra de estas anexiones, como la excanciller chilena Michelle Bachelet, quien ha recordado que la anexión de un territorio por parte de otro país, como fuera el caso de Rusia con la península de Crimea hace unos años, viola los tratados internacionales y podría escalar en un conflicto armado en la zona, ya muy inestable.
Lo más controvertido del plan de Trump es la anexión a Israel de los Altos del Golán, otro de los territorios ocupados por el país y que ha sido objeto de disputa entre Israel y Siria en los últimos años.
Netanyahu y su socio de gobierno, Gantz, disienten en la forma, ya que éste considera precipitado iniciar la anexión en estos momentos en plena pandemia, si bien ambos dirigentes comparten la decisión de ‘los dos estados’ propuesta por Trump, que también conllevaría conceder a los palestinos una porción de terreno en la frontera con Egipto en compensación por la pérdida territorial que tendrían (perderían, entre otros, el acceso al Mar Muerto).
De ejecutarse el plan de anexión, el territorio palestino quedaría desmembrado y aislado entre sí, como ya ocurre con las franjas de Gaza y Cisjordania, formándose múltiples enclaves en territorio israelí que conllevarían la construcción de varias infraestructuras de conexión controladas por Israel para interconectarlas entre sí, así como con los países vecinos.
Un plan que divide también a los israelíes
Pese a lo que pudiera parecer, el plan de anexión tendría la oposición de casi el 42% de los ciudadanos, según una encuesta publicada por la ‘Coalición Iniciativa para los Dos Estados’, mientras que un 32% se mostraría a favor.
Entre los propios votantes del partido de Netanyahu, Likud, el 48% es partidario de ejecutar la anexión mientras que casi un tercio no se muestra conforme con la misma.
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