Las noticias sobre vacunas para el covid-19 durante las últimas semanas han sido casi siempre positivas, y en algún caso se han lanzado quizás demasiado deprisa las campanas al vuelo.
Pero lo cierto es que las distintas fases, pruebas y contrapruebas que toda vacuna precisa para llegar a ser admitida como válida para el conjunto de la población existen por algo. Hay mil posibles contratiempos en el camino, y hasta el final todo puede suceder, incluyendo el hecho de que el proyecto más prometedor, en el que se hayan invertido muchos millones de euros y años de trabajo, deba ser abandonado.
La farmacéutica Astra Zeneca, que desarrolla el proyecto de la vacuna junto con la Universidad de Oxford ha suspendido los ensayos clínicos hasta realizar nuevas verificaciones, ya que uno de los sujetos sometidos a la vacuna ha desarrollado “una enfermedad que no podemos explicar”.
No está claro que la enfermedad tenga que ver con la vacuna, ni la implicación o importancia, pero los protocolos son claros: primero investigar y aclarar, luego, si no hay problema, continuar.
Esta vacuna forma parte de la media docena de ellas que ya ha conseguido llegar a la “fase 3”, que implica vacunaciones masivas en grupos sociales muy diversos, precisamente para detectar cualquier tipo de contraindicación o anomalía. Si no hubiera contratiempos, varias de ellas podrían estar listas para su distribución en semanas o pocos meses, aunque hay que tener en cuenta que incluso entonces habría que afrontar los problemas de logística y reparto, que serán especialmente grandes para la vacuna que precisará el mayor número de dosis administradas de la historia de la humanidad.
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