El 20 de enero Joe Biden tomará posesión como nuevo presidente de los Estados Unidos, pero los acontecimientos se precipitan después de los sucesos de los últimos días.
Aunque la reprobación del presidente ya se intentó en otra ocasión sin obtener resultados (concluyó el 5 de febrero de 2020 con la “absolución” por parte del Senado), en esta la situación es muy distinta, y el mismo lunes por la mañana se iniciarán los trámites para intentar llevar a cabo con urgencia un procedimiento para la destitución inmediata del presidente Donald Trump. A los motivos anteriores se añadirán ahora las graves acusaciones que pesan contra él tras haber incitado repetidamente durante semanas a la población contra los resultados electorales, a pesar de que ni los tribunales ni los gobernadores de ningún estado, muchos de ellos republicanos, consideraron que aportaba prueba alguna para sus demandas.

Los demócratas no se fían del presidente ni de su cambio de actitud de las últimas horas, y esperan contar con el apoyo de significados republicanos para lograr que Trump sea destituido con anterioridad al vencimiento de su mandato. De paso, se intenta que no disponga de los resortes del poder y no pueda, por ejemplo, disponer indultos finales que podrían incluso extenderse a su propia persona.
La presidenta de la Cámara de Representantes también ha hecho gestiones para impedir que Trump tenga acceso a decisiones en materias delicadas, como el armamento nuclear y otras de seguridad nacional.
No obstante, no está ni mucho menos claro que este procedimiento salga adelante ni que haya tiempo material para implementarlo antes del 20 de enero. Todo dependerá, básicamente, de la actitud que los miembros del Partido Republicano manifiesten ante él.
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