Después de la fallida investidura de Pedro Sánchez, todo nos conduce hasta unas nuevas elecciones que se celebrarían el 26 de junio.
Mientras tanto, en el mes de marzo, vamos a asistir a idas y venidas, reuniones, acercamientos y alejamientos; presuntos nuevos acuerdos y sonoros desencuentros. Todo será un teatrillo, un escenario montado con el único afán de ganarse el favor del votante. Porque queda poco por decir. La verdad es que la gran coalición, el pacto que una a PP y PSOE, es ya imposible. Y el pacto de izquierdas también lo es, porque necesitaría la abstención de partidos independentistas, algo que Sánchez no se puede permitir.
Entonces, ¿a qué estamos jugando? Jugamos a no aparecer como los malos de la película, a representar ante nuestros votantes (y, sobre todo, ante los votantes más cercanos del partido más próximo) una escenografía que les convenza de que deben confiar en nosotros para las próximas y casi inevitables elecciones.
Después del baile que vamos a presenciar en las próximas semanas no habremos llegado a nada. Y mucho menos tendremos ningún nuevo gobierno. Los números no salen, por mucho que nos empeñemos en cerrar los ojos. La gran coalición necesitaría del PP, pero el PP no está y si estuviera no se le querría. Por el otro lado, el pacto de izquierdas necesita del acuerdo (abstención a cambio de contrapartidas) de los independentistas, pero Sánchez no puede presentar semejante cesión ante sus bases y, mucho menos, ante sus barones. No lo tolerarían. No tiene sentido ganar el gobierno mientras pierdes tu propio partido, porque sin el apoyo de tu partido no hay gobierno posible.
Parece que lo que realmente se está produciendo ahora no es la negociación sobre el gobierno de España, sino una prolongada campaña electoral, en la que lo que importa, como siempre en campaña, es cómo aparecer con el mejor perfil posible ante los electores. Lo que realmente preocupa a los líderes políticos es cómo conservar sus propios votos y cómo arrancar el mayor número posible al partido adyacente (el PP a Ciudadanos; Ciudadanos al PP y al PSOE; Podemos al PSOE, y el PSOE a Podemos y Ciudadanos). A lo largo de marzo y los meses siguientes, habrá intercambios de votos. Habrá ganadores y vencidos. Los focos y las cámaras dictarán sentencia. Las actitudes, los gestos, las declaraciones, el talante que cada cual muestre, y la interpretación que de todo ello haga la sociedad, lo serán todo.
Las encuestas que se publicarán a partir de la próxima semana empezarán a darnos tímidas pistas. Si es que decidimos creérnoslas.
De entre los cuatro partidos grandes, solo uno tiene una carta adicional en la manga. Se trata de Podemos, que puede contar con la aportación de las confluencias y de Izquierda Unida. Si Iglesias logra llegar al 26-J con toda esa amalgama reunida de una u otra forma bajo un paraguas común, partirá con una posición ventajosa.
Para los demás, va a ser una larga campaña electoral en la que capacidad negociadora y la coherencia ideológica se intentarán poner en valor ante los electores.
Mi opinión es que tras las elecciones de junio sí será posible constituir un gobierno estable. Creo que, al contrario de lo que ahora nos puede parecer, la correlación entre las distintas fuerzas políticas acabará cambiando mucho en esas nuevas elecciones. No todo va a seguir igual, y no solo porque Podemos pueda contar de una u otra forma, con los votos de Izquierda Unida.
La campaña electoral encubierta en que nos encontramos tendrá efectos. Habrá más trasvases de votos entre partidos cercanos que lo que ahora nos parece. Pero no todos serán de la misma magnitud. Al menos uno de los cuatro actores principales se descolgará claramente durante estos meses: cometerá más errores, ofrecerá a los suyos y a los cercanos una imagen débil, perderá más apoyos. Pero solo seremos plenamente conscientes de ello a pocos días de las elecciones, momento en que el proceso se agudizará. No es la primera vez que esto ocurre, y no será la última. Los meses previos son importantes, pero la última semana es clave.
La cuestión, a primeros de marzo, es que aún estamos muy lejos de saber a quién de los cuatro le tocará jugar ese papel: el papel del descartado.
Se admiten apuestas.
Oltra acaba de darle una ostia a Simancas en El Objetivo. Le ha dicho: vale decís que 161 no suma. 130 aún menos.
Simancas: sí pero es que tiene que participar Podemos para ello
Oltra: porque no lo habéis hecho al revés?: porqué no 161 y luego pedir abstención de Rivera?
Que asco de PSOE. Pa lo que fue es una auténtica verguenza. Os lo juro por mi madre que si soy indepe no es tanto porque exista una derecha en el estado español, sino porqué hay mucha gente que se cree que el PSOE es de izquierdas, se autodenomina de izquierdas y lo vota. A lo mejor el 26J se estrellan en un 17% ( en Baleares madre mía la ostia, ya lo voy avisando, sobretodo en Palma), y aún me quedará esperanza, pero lo peor de todo es que al igual después de la ostia transigen en dejar gobernar a Podemos… Ojalá que sí pero como se atrevan a hacer gran coalición ésta vez sí adiós a Cataluña y luego espero que Mallorca.
Sólo espero que dia 27J cuándo Podemos haya hecho el sorpasso al PSOE aún le quede suficiente S y O cómo para que gobiernen… De lo contrario se habrán cargado el país unos supuestos socialistas obreros y españoles… Triste final para un estado que, con sus contradicciones, hubiese podido uno de los puntales de Europa y en cuanto a investigadores y científicos quizás en el mundo…