Tras el Brexit, varios sondeos han mostrado el incremento en los partidarios de la autodeterminación en varios de los países que lo componen (Escocia, donde es más alto; Gales, donde hasta ahora no había excesiva euforia por la separación; Irlanda del Norte, un lugar enquistado entre la permanencia y la reunificación).
Este escenario, y la intención del SNP en Escocia de convocar un nuevo referéndum en 2021/2022, podría catalizar movimientos similares en otros territorios.
En 2020 se ha constituido un partido político llamado Northern Independence Party (NIP), que pretende concurrir a las generales de 2024 y promulga la devolución de la soberanía a los territorios del Norte de Inglaterra, una región que separa Escocia de las midlands británicas y que engloba grandes urbes como Liverpool, Manchester o York.
En varias de estas zonas ya existen formaciones políticas que apuestan por un mayor autogobierno, que se han presentado a las elecciones locales, y que ahora se unirían en torno a una marca común para conseguir poder en Westminster y presionar al Gobierno central para que permita un referéndum de independencia o, al menos, les dote de una Asamblea propia como las de Gales, Escocia o Irlanda del Norte.
El NIP incluye entre sus premisas además del establecimiento de dicha Asamblea, el avance hacia un “referéndum de autodeterminación” y el establecimiento de “políticas industriales amigables con el medio ambiente”. La región del Norte de Inglaterra es eminentemente industrial y por ello la formación se define como “socialista democrática” y promulga un programa más cercano a la izquierda.
En cuanto a los símbolos, han elegido como piedra angular de su reivindicación la región de Northumbria, que durante la época medieval unificaba el sur de Escocia con el Norte de Inglaterra.
Han adoptado la bandera de uno de sus reyes como elemento reivindicativo y han usado los colores amarillo y granate de la misma para identificar a su formación política.
Uno de los puntos que más dudas despierta es dónde estaría la capitalidad en el caso de constituirse como región autónoma de Westminster. Elegida York como sede inicial, Liverpool y Manchester podrían ser otras opciones a considerar. El hecho de que en ciudades como Liverpool haya una gran mayoría de habitantes de ascendencia irlandesa (de hecho en su día fue elegido alcalde un ‘nacionalista irlandés’) que se identifican más con la etiqueta de Eire que con la inglesa puede ser un caldo de cultivo para el partido.
Por delante tienen un largo camino en el que tendrán que ser capaces de vencer las discrepancias internas entre varios de los movimientos en sus condados, y cómo articular un programa de Gobierno que atraiga a la masa electoral, que en el caso de zonas como Liverpool o Manchester, ha sido tradicionalmente proclive a la izquierda y se siente algo ‘huérfana’ en los últimos tiempos tras el declive industrial experimentado con la digitalización.
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