Sanae Takaichi se ha convertido en la nueva primera ministra de Japón, marcando un punto de inflexión histórico tanto para el Partido Liberal Democrático (PLD) como para el futuro político del país. Su elección confirma el giro conservador de la formación gobernante y plantea interrogantes sobre el rumbo de la tercera economía mundial en un escenario global de alta tensión geopolítica y desaceleración económica.
Un liderazgo de línea dura
Takaichi, de 64 años, es conocida por su firme ideología nacionalista y sus posturas revisionistas en torno a la historia japonesa. Discípula política de Shinzo Abe y defensora de su visión de “un Japón fuerte”, ha prometido continuar su legado, reforzando las capacidades defensivas y revisando la Constitución pacifista de 1947. En su primer discurso, la nueva primera ministra reiteró su compromiso con “la seguridad nacional y la dignidad del Estado”, anticipando una agenda centrada en la defensa y la soberanía tecnológica.
Continuidad económica con matices
En el frente económico, Takaichi ha ratificado su apoyo a las líneas centrales del Abenomics, pero con un énfasis renovado en la autosuficiencia tecnológica, especialmente en sectores estratégicos como semiconductores y energía. Busca también contener el impacto del envejecimiento poblacional mediante incentivos a la natalidad y reformas en el mercado laboral femenino, aunque sin alterar la rigidez estructural que caracteriza al sistema empresarial japonés.
El Banco de Japón, bajo presión por la inflación persistente y la depreciación del yen, enfrenta ahora una interlocutora menos complaciente que sus predecesores recientes. Analistas prevén tensiones entre el nuevo Ejecutivo y la institución monetaria en torno al fin de la política de tipos ultrabajos.
Política exterior y firmeza regional
En el plano internacional, Takaichi ha adoptado una línea más asertiva frente a China y Corea del Norte. Ha reafirmado la alianza con Estados Unidos como eje fundamental de la seguridad del Pacífico, pero sin renunciar a un discurso de mayor autonomía estratégica. Su entorno ha dejado entrever la posibilidad de incrementar el gasto en defensa por encima del 2% del PIB, consolidando a Japón como pieza clave en el reequilibrio regional frente al bloque chino-ruso.
En términos diplomáticos, su relación con los vecinos asiáticos promete ser compleja. Sus vínculos con asociaciones revisionistas y las visitas pasadas al santuario Yasukuni dificultan cualquier intento de reconciliación con Seúl o Pekín.
Significado político y social
La llegada de una mujer a la cabeza del gobierno japonés tiene también una lectura simbólica relevante. Pese a que el PLD sigue siendo una estructura dominada por hombres, la figura de Takaichi rompe un techo histórico en un país donde la representación femenina en la política nacional se mantiene muy por debajo de los estándares internacionales.
Su estilo directo, su relación cercana con el ala conservadora más influyente del PLD y su capacidad para navegar las facciones internas le han permitido imponerse sobre rivales más moderados. Sin embargo, su gobierno enfrentará resistencias sociales si continúa inclinando la balanza hacia la ortodoxia nacionalista.
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