El día de hoy ha venido marcado por las tensiones en el seno del independentismo catalán, y las diferentes maneras que tienen unos y otros de afrontar la relación «con el Estado».
Mientras que, desde hace meses, y sin renunciar al independentismo, ERC ha optado por una posición «pragmática», caracterizada por el intento de no forzar incumplimientos de la legalidad, la sumisión al contenido de las sentencias, y el acuerdo con Pedro Sánchez para facilitar la investidura, Junts per Catalunya sostiene una visión mucho más dura, apelando al «mandato democrático» recibido, que en su opinión se impone a cualquier otra consideración, incluyendo las resoluciones judiciales o la gobernabilidad.
Hoy se ha vivido un episodio más de esta disputa. La decisión de la Mesa del Parlament, que ha acatado la resolución de la Junta Electoral, y ha iniciado los trámites para nombrar al siguiente de la lista como diputado, una vez inhabilitado como tal Quim Torra, ha provocado una durísima sesión parlamentaria en la que los reproches entre los dos sectores del independentismo han ido in crescendo.
Los diputados de Junts (y los de la CUP) se han visto en minoría, frente a la actitud de los demás, que pretendían facilitar un desenlace cuanto antes. Quim Torra ha pedido expresamente desde la tribuna que no se le retirase el acta de diputado, pero el presidente del Parlament, Roger Torrent, de ERC, se ha negado y ha anunciado que, desde ese momento, no contabilizaría el voto de Torra como válido.
Se trata, según ERC, de garantizar la validez jurídica de las decisiones de la Cámara, que estaría en entredicho si Torra continuase como diputado, pudiendo servir como excusa para que, en la práctica, fuese considerada nula cualquier resolución del Parlament.
Así las cosas, solo un acuerdo a posteriori, que ahora mismo parece muy difícil, podría evitar el completo divorcio y la convocatoria de unas elecciones en las que el independentismo deberá dirimir la cuestión de cuál de sus dos caras habla en nombre de más independentistas, y cuál quedará en minoría.
De momento hoy, como si de un partido de fútbol se tratara, Torra ha sido apartado de su escaños para evitar «alineaciones indebidas«. Según Junts, esto supone una sometimiento inaceptable ante un poder arbitrario y meramente administrativo, como es una Junta Electoral. Según ERC, es la única forma de salvaguardar las instituciones catalanas más allá de personalismos.
De momento nadie cuestiona el cargo de President de la Generalitat, que continúa de momento en manos de Torra. Pero la situación se ha vuelto insostenible.
Este martes comparecen 6 de los presos políticos en el Parlament, y por tanto ni JxCat, ni ERC moverán ficha, por respeto. Sin embargo el Tribunal de Cuentas español contraprogramará con la petición a Puigdemont de una responsabilidad patrimonial por el referéndum del 1-O.
El miércoles, sin embargo, creo que Torra expulsará a ERC del Govern, y propondrá a CUP y Demòcrates si quieren entrar (cosa que no hará ninguno de los dos). ERC segurirá dando apoyo al Govern, desde fuera, hasta que se voten los presupuestos. Después, ni agua, lo que llevará a Torra a convocar elecciones. Quizá estiren el chicle de Torra y lo presenten, para que el Supremo lo zumbe de las listas más tarde.