Tras varias semanas de conflicto, algo está cambiando, aunque muy lentamente, en el panorama post-electoral estadounidense. La Administración de Servicios Generales de Estados Unidos (GSA) ha enviado una comunicación al presidente electo, Joe Biden, en la que se le comunica que están listos para iniciar el proceso de traspaso de poderes.
Emily Murphy, directora del organismo, anunció que la administración de Trump está lista para comenzar el proceso de transición formal. La medida se produce después de que los demócratas pidieran a Murphy que testificara en la Cámara sobre su negativa a iniciar el proceso de transición.

A continuación, Trump ha agradecido en Twitter los trabajos de Emily Murphy al frente de la GSA, aunque ha señalado que sus conclusiones son “muy preliminares” en “la que será considerada la elección más corrupta en la historia de la política estadounidense”. El tono de los tuits de esta noche es menos beligerante que el de las anteriores, y el mero hecho de que Trump haya autorizado el inicio del traspaso de poderes puede estar marcando el comienzo de una nueva etapa: una en la que mantendrá sus declaraciones públicas alegando fraude, acabe presentando o no demandas concretas, pero que, en lo concreto, convivirá con un efectivo traspaso de poderes que culminaría el 20 de enero con la toma de posesión de Biden.
Mientras tanto el presidente electo está comenzando a diseñar su administración y ha anunciado nombramientos de alto nivel.
Se rumorea con fuerza, también, que Janet Yellen será designada Secretaria del Tesoro, quinta persona en el orden sucesorio, tras la vicepresidenta, los presidentes de Congreso y Senado y el Secretario de Estado.
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