En un giro drástico de la política exterior estadounidense, el presidente Donald Trump ha pasado de una narrativa centrada en la lucha contra el narcotráfico en el Caribe a una estrategia explícitamente orientada al cambio de régimen en Venezuela, según reveló el Financial Times.
La Casa Blanca había presentado originalmente el despliegue militar de 2025 en el mar Caribe como parte de una ofensiva contra el narcotráfico proveniente de América del Sur. Sin embargo, los acontecimientos de las últimas semanas —incluida la destrucción de embarcaciones, la autorización de operaciones encubiertas de la CIA y la intensificación de ejercicios militares a menos de 200 kilómetros de las costas venezolanas— apuntan a una transformación del mandato oficial en una estrategia de presión directa sobre Nicolás Maduro.
Fuentes del Pentágono citadas por el Financial Times describen este cambio como un “ajuste de prioridades” dentro de una operación más amplia, cuyo fin sería “convencer al círculo de poder de Maduro de que abandonar el Gobierno es más seguro que mantenerse en él”. En este contexto, los 50 millones de dólares ofrecidos por la captura del líder venezolano y la retórica de la “diplomacia del cañonazo” buscan acelerar fracturas dentro del chavismo.
Escalada militar sin precedentes
El despliegue americano incluye portaaviones, buques con misiles guiados, drones de reconocimiento y cazas F‑35 estacionados en Puerto Rico y Curazao. Se trata del mayor despliegue en el Caribe en más de tres décadas, según el New York Times y la BBC. En las últimas semanas, al menos cinco embarcaciones sospechosas fueron hundidas por fuerzas estadounidenses, causando la muerte de 27 tripulantes, lo que ha sido calificado por expertos de la ONU como posibles “ejecuciones extrajudiciales”.
Paralelamente, el propio Trump confirmó que la CIA ha recibido autorización para operar dentro de Venezuela, ampliando el rango de acción de la llamada Operation Caribbean Shield más allá del control marítimo y hacia posibles misiones clandestinas en territorio venezolano.
Motivaciones estratégicas
Este cambio responde a una visión de Trump más combativa y unilateral. Analistas de Chatham House y del Council on Foreign Relations interpretan la maniobra como una “intervención quirúrgica de baja intensidad con alto rendimiento político interno”: una estrategia que permite a Trump reafirmar liderazgo hemisférico, movilizar su base MAGA y proyectar dureza frente a la inmigración venezolana, presentada por la Casa Blanca como una cuestión de seguridad nacional.
Además de razones electorales, el control del litio y las reservas petroleras venezolanas es considerado un factor clave en el rediseño de la política hemisférica de Washington, que combina presión militar y aspiraciones energéticas. El plan contaría con la coordinación del secretario de Estado Marco Rubio, impulsor de la nueva “doctrina de contención regional”.
El giro estratégico plantea dilemas legales y diplomáticos. La destrucción de embarcaciones, las muertes y la presencia militar en aguas internacionales abren interrogantes sobre violaciones de soberanía y potenciales infracciones del derecho internacional. En caso de confirmarse que el objetivo es la sustitución del régimen, EE. UU. podría quedar al borde de una crisis diplomática hemisférica.
A nivel interno, la caída de Maduro mediante presión externa dejaría a Venezuela frente a un escenario incierto: fracturas dentro del chavismo, tensiones militares y ausencia de un plan claro de gobernabilidad post‑Maduro.
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