El 30 de agosto los habitantes de Turquía engalanan sus edificios con la bandera turca con la estampa de su idolatrado fundador: Mustafa Kemal Ataturk, padre de la occidentalización del país. Celebran el aniversario de la victoria otomana sobre los griegos en la batalla de Dumlupinar, en la que los rebeldes turcos derrotaron a los griegos en Anatolia y forzaron la retirada de las tropas de la península.
El 98 aniversario celebrado hoy se enmarca en plena escalada de tensión en el mediterráneo oriental, donde una vez más Grecia y Turquía se encuentran enfrascados en una disputa esta vez por las aguas territoriales y la prospección de petróleo que Turquía está realizando en la zona.
El Gobierno griego, quien ha recibido el apoyo de Francia e Italia, enviando los primeros un par de barcos para apoyar a los griegos en sus aguas por si los turcos decidieran realizar movimientos ‘hostiles’, ha rechazado de pleno la incursión de los barcos de Turquía en el mediterráneo para llevar a cabo las prospecciones, ya que las consideran una provocación.
El Gobierno turco no ha dudado en dar orden para realizar las pruebas y ha decidido ampliar varios días más las actividades, en un pulso con los helenos que Erdogan puede aprovechar para intentar remontar su popularidad. Los turcos consideran que no deben pedir permiso para llevar a cabo maniobras en ‘sus aguas territoriales’.
Lo cierto es que esta Guerra Fría difumina las fronteras entre dos países condenados a entenderse. Son muchas las islas griegas pegadas a territorio turco, y muchas las aguas turcas que rodean a territorio griego.
El Gobierno griego ha decidido una ampliación de sus aguas territoriales apoyados por los italianos y ha reclamado la zona aledaña al pequeño islote de Kastelorizo, una pequeña isla de 10kms cuadrados situada a menos de 2kms de la península turca y más de 180kms del territorio griego más cercano (Rodas, ya de por sí cercana a Marmaris en Turquía).
La pequeña isla de Kastelorizo, de 700 habitantes, se comunica con Grecia a través de su pequeño aeródromo, si bien en su día a día está vinculada a la cercana población turca de Kas a la que puede acceder cómodamente en ferry (cruzando los límites de la UE).
Esta situación es común en varias zonas del mediterráneo, y es que Grecia está compuesta de miles de islas dispersadas por la costa del Egeo/Mediterráneo, muchas de ellas más próximas a Turquía que a su propio país, un hecho curioso derivado en parte de la expulsión de los griegos de territorio turco en el siglo pasado, recuperando los turcos la península pero manteniendo los griegos el dominio de las islas.
Erdogan por su parte no ha dudado en lanzar el órdago de una ‘guerra’ con Grecia azuzando a sus Ministros para sacar pecho e insinuar que ‘el desafío heleno’ es motivo suficiente para iniciar un conflicto armado. Por mucho que pueda sonar a brabuconería, siendo miembro de la OTAN podría dar lugar a un importante conflicto internacional y diplomático.
La resolución del conflicto no es sencilla, y es que Grecia y Turquía deberán dejar a un lado sus disputas más en clave interna que externa y pensar en la convivencia de sus habitantes, algo similar a lo que lleva décadas ocurriendo en Chipre y que solamente tendrá solución sentándose a dialogar en una mesa y siendo razonables.
Mientras existan a uno y otro lado gobiernos nacionalistas que solo piensen en réditos electoralistas, la situación seguirá estancada o, incluso, podría agravarse. Si Ataturk levantase la cabeza, seguramente todo sería diferente…
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