Nos quejamos de la falta de proporcionalidad del sistema español, de que el PP y el PSOE consiguen más escaños de los que les correspondería si el sistema fuera más justo, de que Ciudadanos (e incluso Podemos) logran muchos menos, de que algunos nacionalistas salen beneficiados, etc, etc. ¿Pero, y si nuestro sistema fuera como el francés?
En Francia tienen elecciones mañana. Allí los diputados no se eligen mediante listas, sino en circunscripciones uninominales: en cada distrito resulta elegido un solo diputado, quien más votos consigue. Lo hacen a dos vueltas; en la primera, que se celebró el día 11, se designó directamente a los candidatos que consiguieron como mínimo el 50% de los votos emitidos y el 25% del total del censo. Las condiciones son tan estrictas que, si nuestros datos son correctos, de los 577 escaños de la Asamblea Nacional Francesa, solo resultaron once diputados electos. Los demás, 566, quedaron para el día 18.
A la segunda vuelta (balotaje) pasan los dos primeros candidatos en número de votos, y los terceros que alcancen al menos un 12.5% de apoyo sobre el total del censo, lo cual, según la participación que se dé, puede exigir más del 20% de los votos emitidos. Esto produce unos curiosos efectos de “renuncia”, “alianza” y voto útil entre los electores franceses, que hacen que en ocasiones salten sorpresas en esta segunda vuelta, sobre todo en los distritos para los que se clasifican tres candidatos.
Para comprobar qué ocurriría en España con un sistema así, hemos hecho una simulación. Respetando el número de diputados que ahora tiene cada provincia, las dividimos en distritos de parecida población, y comprobamos qué partido habría ganado en cada distrito el 26 de junio de 2016. El resultado está aquí (botón derecho, abrir pestaña nueva para ampliar):
En España, en primera vuelta habríamos asignado ya once diputados, todos al Partido Popular (en distritos del interior de Galicia, suroeste de Castilla y León, Ceuta y Murcia).
En la segunda, como vemos en el mapa grande de arriba, la primacía del Partido Popular sería muy clara, aunque el juego de alianzas, sobre todo en la izquierda, podría dar resultados sorprendentes en distritos concretos.
El ejercicio que presentamos, por supuesto, es un mero juego, porque el simple hecho de cambiar el sistema electoral afecta al comportamiento de los electores, y hace que los datos de los que partimos (las elecciones generales del 26-J) no sean correctos. Además, para hacer esta simulación hay que partir de una serie de supuestos, divisiones arbitrarias en distritos y transferencias de voto que, por muy lógicas que puedan parecerle a quien las calcule, serán siempre opinables.
Sin embargo, aunque el mapa es muy discutible a nivel de detalle, la información que ofrece para el conjunto del país es válida. El sistema francés permite conseguir mayorías absolutas con porcentajes de voto bastante pequeños (el PP lograría con él una amplia mayoría a pesar de disponer solo del 33% de los votos). Pero, a diferencia del sistema inglés, Francia favorece la aparición de partidos “centristas” grandes que ganen diputados en segunda ronda. Ciudadanos no consigue nada en nuestra simulación, pero si este sistema electoral se implantara de verdad en España, podría aspirar a algo muy diferente si supiera jugar bien sus cartas distrito a distrito. Esta es la clave que permite explicar los previsiblemente grandes resultados que logrará el partido “centrista” de Macron.
En otro artículo publicamos hace unas semanas la simulación correspondiente a Gran Bretaña.
La vuelta única, propia del sistema inglés, hace de los polos, de los extremos, la mejor apuesta electoral. En cambio, la doble vuelta francesa, allá donde pasan a segunda ronda tres candidatos, hace del centro la mejor opción. Por lo tanto, un partido interpuesto entre los dos mayores, siempre que consiga en muchos distritos porcentajes de votos cercanos al 20%, tiene muchas opciones de lograr gran cantidad de diputados en segunda vuelta.
Por eso, con el sistema inglés y los mismos votos que se consiguieron el 26-J, Unidos Podemos lograría más diputados que el PSOE. Con el francés, no.
A pesar de las diferencias, ambos sistemas, inglés y francés, tienen lo esencial en común: son profundamente mayoritarios. En ellos no hay una correspondencia cercana entre porcentaje de votos y número de escaños. En España, sin ser ni mucho menos perfecta, la correlación resulta bastante mayor.
Para las próximas elecciones que se convoquen en Europa seguiremos intentando aproximaciones parecidas, e iremos mejorando el modelo. Todas las sugerencias y aportaciones serán bienvenidas.
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