Honduras: elecciones con alta polarización e intervención de Trump

Las elecciones generales de Honduras del 30 de noviembre de 2025 se celebran en un clima de alta polarización, con tres candidatos competitivos y una inédita intervención directa del presidente estadounidense Donald Trump a favor del aspirante conservador Nasry “Tito” Asfura. Más de 6,5 millones de hondureños están llamados a votar en unos comicios a una sola vuelta en los que bastará la mayoría simple para definir la Presidencia.​

Claves de la elección

Las elecciones renovarán la Presidencia, los 128 escaños del Congreso Nacional, las alcaldías de los 298 municipios y otras autoridades, redefiniendo el equilibrio de poder tras el gobierno de Xiomara Castro. El contexto está atravesado por denuncias anticipadas de fraude, altos niveles de violencia y un fuerte escrutinio internacional de la OEA, la Unión Europea y Estados Unidos, preocupado por la estabilidad democrática del país.​

En la contienda presidencial compiten cinco candidatos, aunque las encuestas señalan que solo tres tienen opciones reales de victoria: la oficialista Rixi Moncada (Libre), el conservador Nasry Asfura (Partido Nacional) y Salvador Nasralla (Partido Liberal). Los sondeos describen un “empate en tercios”, con los tres favoritos entre aproximadamente 17% y 26% de intención de voto y un bolsón de indecisos que ronda entre el 20% y el 35%, lo que convierte el voto de última hora en decisivo.​

Candidatos y perfiles ideológicos

• Rixi Moncada (Libre) representa la continuidad del proyecto progresista de Xiomara Castro y del expresidente Manuel Zelaya, con un discurso de izquierda centrado en la refundación institucional, más gasto social y revisión de la relación con las élites tradicionales. Su perfil combina experiencia como funcionaria del actual gobierno con un fuerte anclaje en sectores populares y movimientos sociales críticos del modelo neoliberal.​

• Nasry “Tito” Asfura (Partido Nacional) encarna el polo conservador, empresario de la construcción y exalcalde de Tegucigalpa, con una imagen de gestor y énfasis en seguridad, obras públicas e inversión privada. Su partido arrastra el desgaste del ciclo de Juan Orlando Hernández, pero compensa con una maquinaria territorial robusta y el respaldo explícito de Trump, que lo presenta como garante de “libertad” frente al “narcocomunismo”.​

• Salvador Nasralla (Partido Liberal) mantiene un perfil antisistema, con origen en el mundo mediático y trayectoria de oposición al bipartidismo tradicional, ahora canalizada desde una sigla histórica como el PLH. Su oferta combina crítica a la corrupción, promesas de transparencia y un discurso de “tercera vía” frente a la polarización entre izquierda y derecha tradicional.​

Los otros dos candidatos, Nelson Ávila (PINU-SD) y Mario Rivera (DC), juegan un rol secundario, aunque su caudal puede inclinar la balanza en una elección cerrada y contribuir a la fragmentación del voto opositor u oficialista.​

Campaña, temas y escenarios

La campaña ha girado en torno a tres ejes estructurales: seguridad, economía y migración, en un país donde alrededor de seis de cada diez habitantes vive en la pobreza y las remesas representan cerca de una cuarta parte del PIB. El deterioro económico, la persistencia del crimen organizado y la presión migratoria hacia Estados Unidos alimentan demandas de orden, empleo y freno a la corrupción, capitalizadas de forma distinta por cada bloque.​

Las encuestas y análisis apuntan a varios escenarios: una victoria ajustada de la continuidad (Moncada), un giro a la derecha con Asfura o un triunfo de corte antisistema con Nasralla, todos con el denominador común de un Congreso fragmentado. La alta proporción de indecisos, sumada al temor a un fraude electoral y a la movilización de última hora, hace prever una noche de conteo tensa y la posibilidad de impugnaciones si la diferencia es mínima.​

Principales candidatos

La influencia de Trump en la contienda

La irrupción de Donald Trump ha sido uno de los factores más disruptivos de la campaña: el presidente estadounidense ha respaldado pública y directamente a Nasry Asfura, presentándolo como el “único amigo de la libertad” en Honduras y asociando a Rixi Moncada con el “comunismo” y a Nasralla con la falta de fiabilidad. Este apoyo incluye mensajes condicionando la cooperación económica y la política migratoria a un triunfo del candidato nacionalista, así como alusiones a un posible indulto al expresidente Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico en Estados Unidos, en caso de que Asfura gane.​

En términos internos, el efecto de Trump es doble: moviliza al electorado conservador que ve en el alineamiento con Washington una garantía de inversión, empleo y protección de migrantes, pero al mismo tiempo refuerza las acusaciones de “intervencionismo” y puede estimular un voto nacionalista crítico con la injerencia estadounidense. Para los indecisos, su intervención se convierte en un factor adicional a ponderar entre pragmatismo económico —acceso a ayuda y alivio migratorio— y rechazo a la tutela externa, en un país marcado por una larga historia de dependencia de la política norteamericana