La Taula de Canvi o la búsqueda del gen valenciano de la corrupció

– Opiniones y pensamientos sobre la operación Taula realizadas por un valenciano que no es nadie –

La Taula de canvi fue una institución financiera valenciana del siglo XV, que tuvo casos importantes de corrupción y desfalcos que la llevaron varias veces a la quiebra. Dicha institución financiaba a reyes y nobles, perdiendo de vista la función principal de fomento del comercio.

Quinientos años después, en 1990, el Tribunal Supremo dejaba en nada el caso Naseiro, un presunto caso de corrupción del Partido Popular español, pero con componentes fuertes valencianas, y donde estaban implicados lo tesoreros Rosendo Naseiro y Ángel Sanchis. Se declararon las escuchas ilegales, pero el problema estaba allí. Famosa fue la frase de Vicente Sanz “estoy en política para forrarme”. Dicho señor era presidente provincial del PP de Valencia por entonces, luego fue la persona que cortaba el bacalao en RTVV, acabando siendo juzgado y culpado por acoso sexual a tres trabajadoras de Canal 9. 25 años después, varios casos de corrupción han estallado en el mismo partido, afectando también a los tesoreros y dirigentes del PP, y con el mismo contenido: financiación ilegal y corrupción. También ahora, como antes, el foco más espectacular se encuentra en la Comunidad Valenciana.

Estas repetidas historias delictivas, con epicentro en Valencia, no deben de ser casualidad Todo parecería indicar que los valencianos tengamos un gen defectuoso propio, que nos haga propensos a la corrupción. Yo no lo creo. Me decanto por otra teoría, que dice que la ingesta masiva de paella valenciana los domingos, acompañado por el consumo abundante de horchata de chufa, y con un clima suficientemente soleado, podría provocar un cambio neuronal propenso a las acciones corruptas.

Yo no soy nadie. Solamente un parado, extrabajador de una empresa pública que tuvo que realizar un ERE porque unos políticos la malgestionaron y saquearon. No me codeo con esas personas vividoras de lo público, ni siquiera las quiero cerca de mi; de hecho, cuando he visto la mínima posibilidad de tener algo cerca, he intentado alejarlo. Se puede lograr ser honrado en Valencia, aunque se tenga que pagar el tributo; yo lo he pagado; no ascendí en la empresa donde trabajaba, a diferencia de otros compañeros con carné. Y ahora estoy en la calle, sin nada. Otros tal como salieron entraron.

Ahora, muchos de los que antes, por estas tierras, lucían palmito, moreno y móvil de última tecnología, van a lucir el color pálido de Picassent. Y conozco a varios de ellos, de los que ya han probado una primera noche en el cuartelillo. Alguno hasta es un íntimo amigo. También conozco a otros que son (presuntamente) y aún no han caído. Caerán. Conforme escribo me doy cuenta que conozco a demasiada gente corrupta, y eso que no soy nadie.

Me acuerdo de aquella compañera de trabajo que salió de no se donde… bueno, si que lo se. La metió Vicente Sanz, ya que era de familia importante del PP. Cada pocos meses móvil nuevo. Todos los hermanos, hasta su madre, portátil cada año. ¿de donde lo sacaba? Su padre se los traía del trabajo (trabajaba como cargo importante en Imelsa). Cuando se le preguntaba cual era la labor de su padre en la empresa, decía sin ninguna vergüenza que trabajar para el partido. Reconozco que a esta compañera le faltaba un hervor, pero ahí está, ella, su padre y su familia: sin problemas a fin de mes. Eso si, rezando para que no entre la OCU por la puerta.

Otros conocidos no han tenido tanta suerte. Al menos conozco a tres personas relacionadas de una forma u otra con la empresa pública donde trabajaba antes del ERE, que están imputados (no me gusta la palabra investigado). Dos eran extrabajadores con plaza fija que abandonaron la empresa pública donde estaban muy bien vistos y colocados, para irse a Imelsa. Casualidad de la vida, en la empresa pública donde trabajaba también estaban sus parejas. Muy bien colocadas también. Trabajando muy poco o nada, y cobrando mucho. Al menos acudían y fichaban; muchos otros ni eso. Deberán estar jodidos, sobre todo las parejas. Con un poco de mala suerte no tendrán ni para llenar los depósitos de los BMW y Audi que se gastaban. Los viajes a Nueva York a comprarse las camisetas de moda al menos una vez al año seguro que se acabaron. Me dan en parte lástima.

Pero de todos los imputados, el que más me apena es mi amigo el empresario. Realmente no es mal tío. Estudió conmigo hace ya bastantes años y montamos un buen grupo de compañeros; desde entonces la amistad ha permanecido. Al menos una vez al mes hay comida o cena. Y nos ponemos de vino hasta arriba. Y cuando se sueltan las lenguas, empieza con sus quejas: que muy mal los trabajadores y sus sindicatos; que a ver si la Merkel mete una política neoliberal a lo americano. Que están muy mal los empresarios, y más los que trabajan con la administración. Quejas y más quejas. Creo que esto se habrá acabado; al menos para el. Durmió dos noches en el cuartelillo de la guardia civil. Ha tenido que pagar una pasta de fianza para estar en la calle, imputado. Por el grupo de WhatsApp nos dijo que no nos fiáramos de lo que ponía la prensa; que mentía; que el no había hecho nada; que tenía la conciencia tranquila y que todo se aclararía.

No se que pensar. Sin tener ninguna prueba, pero en base a mi instinto, creo que cualquier empresa que haya trabajado con la administración valenciana ha tenido que pagar mordidas; mayores o menores, pero ha pagado. Si se quería trabajar, se tenía que pagar. A algunos los han pillado, pues mala suerte. El problema es que deben de existir muchísimos más que se van a escapar de rositas. La verdad es que todo era corrupción. Allá donde mirases veías a sus actores. Y se sabía. Y se toleraba. Por impotencia. Por ser cómplices. Por ser tontos. Por el motivo que sea. Pero ahí estaba, a la vista de todos. En Valencia. Como en la época de la Taula de Canvi.