No habrá mesa para Cataluña en julio

Primero se dijo que se convocaría inmediatamente después de que se terminara el estado de alarma. Luego que se haría justo después de las elecciones vascas y gallegas del 12 de julio, y ahora parece que la llamada “mesa de diálogo” para Cataluña no se reunirá hasta pasado el verano. Como poco.

El gobierno central dice que por él no es. La voluntad de convocarla sigue ahí, y Pedro Sánchez defiende en público y en privado que la única salida real para Cataluña será un diálogo en que todos cedan. Además, el gobierno de coalición tiene un amago de hoja de ruta con contenidos concretos sobre los que se podría hablar (del mismo modo que hay otros temas que se consideran innegociables). Una suavización de la legislación sobre determinados delitos como la sedición, el juego de los indultos un abordaje más creativo de la financiación, y muchos otros temas, estarían sobre el tapete.

El problema, al parecer, viene de la diferente visión que existe en los propios partidos independentistas catalanes. En el entorno de ERC se apuesta por iniciar ya el diálogo con el gobierno y llevar a la mesa temas concretos, ahora que el asunto penitenciario se ha visto suavizado con el acceso al tercer grado de los condenados por el 1-O.

Pero las antiguas aguas convergentes bajan tan revueltas que lo hacen imposible. El entorno de lo que después fue “Junts por Catalunya” está aún en recomposición, con varias piezas que no encajan, y una más que se unirá próximamente al puzzle: el nuevo partido de Carles Puigdemont (“Junts”), que podría tener que enfrentarse a una ensalada de siglas en su mismo ámbito, salvo que se logre reconducir las desavenencias en las próximas semanas.

Con esta situación, Torra no considera adecuado embarcarse en una mesa con el gobierno que tendría difusión pública y que podría exponer a todos los ojos los éxitos o (más probablemente) los fracasos iniciales de una negociación. Con la idea de convocar elecciones alrededor del 4 de octubre (esa fecha no está decidida, ni mucho menos, pero es hoy por hoy la más probable), no interesa abrir un nuevo frente que puede distraer la atención del objetivo esencial que manejan actualmente (lograr una mayoría aplastante para los independentistas), y del segundo objetivo, del que se habla en voz un poco más baja: que esa mayoría pivote alrededor de la persona de Carles Puigdemont.

Quizás incluso haya que esperar a que pasen las elecciones para reactivar la mesa. Aunque, por entonces, el tablero habrá vuelto a cambiar tanto que nadie sabe si será ya un instrumento útil o deseable para alguien.