Nuevo gobierno: Sánchez quiere la subida del SMI cuanto antes

Una vez conocida la composición del nuevo gobierno, que tomará posesión inmediatamente, una de las primeras medidas que el presidente desea que se tomen es la de la subida del SMI.

El acuerdo suscrito entre el PSOE y Unidas Podemos fija un salario mínimo, para el final de la legislatura, de 1.200 euros al mes en 14 pagas. Después de la gran elevación que se aprobó el año pasado, de nada menos que un 22%, hasta los 900 euros al mes, ahora se trata de consolidar y mejorar notablemente esa cifra.

No obstante, esta primera decisión es también el primer escollo para el gobierno. Inicialmente la idea consistía en realizar un gesto “redondo” nada más tomar posesión: elevar el SMI a 1.000 euros para el año 2020. Esta era la idea de las conversaciones habidas entre ambas partes, y parecía un paso lógico (100 euros de subida), si se trataba de elevar este indicador en 300 euros a lo largo de toda la legislatura.

Sin embargo, hay fuertes temores en los sectores más pragmáticos del PSOE. Los datos que llegan del empleo son preocupantes. Se teme que en los próximos meses la cifra de desempleados interanual supere, por primera vez en muchos años, a la del mismo mes del año anterior.

Tras años de crecimiento del empleo, este dato podría interpretarse como un primer fracaso de Sánchez, que lleva gobernando ya el tiempo suficiente (desde junio de 2018) como para que la sociedad le haga responsable de él. A esto se añade el hecho de que, precisamente en los sectores más ampliamente sometidos al SMI (empleadas de hogar, sector agrario,…), el empleo interanual ya está en cifras negativas. En voz baja, algunos dirigentes socialistas afirman que este hecho es consecuencia directa de la subida del SMI realizada en 2019, que habría mandado al desempleo a algunos miles de personas, y (más incluso) a la economía sumergida a otras muchas.

Ante el crecimiento del fraude en la contratación en los sectores que cobran el SMI, la inspección se ve impotente para abarcar todos los casos, y las bolsas de empleo sumergido podrían estar creciendo, haciendo imposible su control, al estarse generalizando.

Sánchez querría materializar la subida del SMI este mismo mes, mediante una foto oficial que rubrique un “acuerdo” formal entre patronal y sindicatos, pero sectores socialistas consideran muy arriesgado elevar ya la cifra a los 1.000 euros mensuales, porque se podrían producir algunos despidos, pero, sobre todo, agudizar la falta de nuevas contrataciones, y el fraude entre la población afectada, máxime cuando la subida empezaría a colocar a otros sectores de la actividad económica, “en el área de influencia” del SMI. Se teme, en concreto, que afecte de lleno a las personas sin cualificación, o con una cualificación baja, que estén intentando acceder a su primer empleo. Existen, por ello, fuertes presiones para que la subida sea mucho más limitada, y se limite a un “gesto” que supere en poco el nivel de una mera actualización del IPC.

Desde Unidas Podemos, más allá de entender estos reparos, la idea es otra. Alberto Garzón, peso pesado de la “doctrina” económica de esta coalición, siempre ha sostenido que la subida del SMI es una buena forma de activar el consumo y, con ello, reactivar la demanda y el empleo. Según esta tesis, la elevación del salario mínimo consigue una transferencia neta de renta desde los grupos sociales con mayores rentas (que ven reducidas así sus plusvalías empresariales) hacia otros con menores ingresos, cuya propensión a consumir es mayor, al partir de situaciones de mucha mayor necesidad. El efecto neto de elevar el SMI, según esta idea, es un aporte adicional de importantes recursos al flujo económico, que genera una espiral virtuosa de empleo y riqueza.

Más allá del debate teórico, el gobierno intentará ya en los próximos días abrir una mesa de negociación rápida que satisfaga a todas las partes y envíe a la sociedad un mensaje abiertamente “de izquierdas”, sin poner en peligro al mismo tiempo el funcionamiento de la economía. De momento hay buena sintonía entre las dos partes del gobierno de coalición, y una voluntad franca de llegar a consensos. Pero en el horizonte está el objetivo, al que Unidas Podemos no está dispuesta a renunciar, de colocar el SMI para 2023 en 1.200 euros. Y este objetivo, que en voz baja tachan de demasiado ambicioso, podría acabar tensando a los sectores más tecnocráticos del PSOE.