La misión Perserverance, una de las tres que, aprovechando la ventana de cercanía que se abrió hace unos meses desde la Tierra, han accedido a Marte en los últimos días, está comenzando ya a enviar imágenes de mayor resolución y a todo color, una vez que ha comprobado que todos sus mecanismos funcionan adecuadamente.
Tras su exitoso aterrizaje, y durante el próximo año marciano (687 días terrestres), todo su instrumental, compuesto por aportes de muchos países, incluída España, se ocupará de buscar señales de un pasado remoto en que la vida en Marte fue posible.
Se ha hecho aterrizar al ingenio en una de las zonas más prometedoras del planeta, junto a lo que se cree que fue una antigua desembocadura de un curso de agua, en un delta que reúne las mejores condiciones para que, de haber existido vida, queden aún los suficientes vestigios como para que la nave pueda detectarlos con su muy preciso instrumental.
Los análisis preliminares que realiza ya probablemente no lleven a ninguna conclusión, porque solo cuando tengamos en La Tierra las muestras “de vuelta” se podrá llevar a cabo un auténtico análisis exhaustivo. Estaremos ya, entonces, en la década de los 30.
Pero, mientras tanto, Perserverance nos dejará imágenes tan impactantes como estas primeras, y probablemente, algunas, mucho más:
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