El PSOE en sus horas decisivas

Las elecciones del 26-J han dejado un panorama en escaños bastante parecido al anterior: el Congreso es un poco más derechista, pero sin mayorías claras. En votos, el escoramiento hacia la derecha ha sido considerable, pero el efecto se ha diluido porque Unidos Podemos araña escaños gracias a la confluencia.  La aritmética electoral ha venido en auxilio de una izquierda que se ha presentado unida: de lo contrario, el batacazo habría sido mucho mayor.

En votos, el conjunto de PSOE más Ciudadanos repite su porcentaje, así que un bromista podría sacar la conclusión de que se ha producido un trasvase de votos desde Podemos hacia el PP. Ya contamos en un artículo del 18 de abril, utilizando justo el ejemplo contrario, por qué esto no es así. La abstención juega un papel, y los movimientos intermedios entre unos partidos y otros, también. En aquel artículo, escrito en un tiempo de confluencias, euforias y sorpassos, se decía también otra cosa: “Pueden surgir muchos otros movimientos: nada va a ser lo que parece. Y los vuelcos espectaculares pueden nacer de donde menos se esperen. Cuidado con las conclusiones precipitadas, porque casi seguro serán erróneas: la realidad subyacente siempre resulta más compleja.”

Pasados dos meses, el baño de realidad pone las cosas en su sitio. Los análisis triunfalistas eran muy numerosos entre los seguidores de Podemos, y se han venido abajo estrepitosamente. Así que casi podemos decir que tras el 26-J toda una generación ha perdido la inocencia electoral. En ese sentido, ha pasado lo que tenía que pasar: ahora ya somos todos adultos, porque la inocencia se pierde una sola vez y para siempre.

¿Y ahora qué? Aunque la aritmética parlamentaria es muy parecida a la anterior, lo que sí ha cambiado es la predisposición, la psicología de unos y otros. Por ejemplo, un posible gobierno PSOE+UP+Ciudadanos sigue siendo matemáticamente tan posible como hace tres meses, pero en la nueva situación es algo mucho más lejano.

Los electores han dictado un veredicto: quieren un gobierno y lo quieren ya. En cuanto a la alternativa entre continuidad o ruptura, han optado por la primera. Los políticos lo saben, la sociedad lo sabe, así que ahora tienen que jugar una nueva partida en la que, teniendo cartas parecidas, las intenciones de los jugadores son totalmente distintas.

De los cuatro actores principales, hay tres que tienen muy claro su papel. El PP quiere gobernar y exigirá su derecho a hacerlo. Ciudadanos pondrá condiciones para que su papel sea visto como relevante, y a continuación facilitará ese gobierno. A Unidos Podemos, por su parte, le interesa presentarse como alternativa desde la oposición, e intentar asaltar los cielos más adelante. Nadie le echará en cara a ninguno de estos tres grupos que hagan esto, porque es justamente lo que todos creen que deben hacer.

Solo el PSOE sigue en el aire, enredado en una telaraña. El país en su conjunto exige un gobierno y le culpará si no lo hay, pero una mayoría de sus votantes rechaza contundentemente al Partido Popular.

¿Qué demonios puede hacer el PSOE para salvar la cara? No puede rendirse sin más ante el PP, porque sus electores no lo tolerarían y Podemos aprovecharía para asumir la jefatura de la oposición. Pero no puede, por mucho que Sánchez se empeñe, seguir jugando al invento de la “coalición del cambio” PSOE+Podemos+Ciudadanos, porque ya no estamos en esas, y porque a Ciudadanos y Podemos no les reporta ninguna ventaja.

El cónclave que el PSOE va a celebrar este fin de semana será fundamental. Tienen que sacar algún  pájaro de la chistera: encontrar una solución imaginativa con la que salvar la cara y no dejar el campo libre a sus adversarios. Hoy por hoy, viernes, es difícil imaginar cómo pueden conseguirlo.  Los otros tres partidos ya saben a qué van a jugar, pero el PSOE aún no ha encontrado su espacio. Y si mañana no empieza a encontrarlo, puede acabar dejando la oposición en manos de Podemos, el papel conciliador en las de Ciudadanos, y la etiqueta de “único gran partido serio” en las del PP.

¿Qué les quedará entonces a ellos?