Las elecciones americanas se decidirán en la balanza de la economía

Donald Trump es uno de los presidentes más impopulares en su propio país a estas alturas de mandato de las últimas décadas. A pesar del ligero repunte que está experimentando en las últimas semanas, su saldo sigue siendo muy negativo:

A pesar de ello, todas las proyecciones para las presidenciales de noviembre que se están realizando basadas en los sondeos de opinión pública, a la espera de conocer el nombre del candidato demócrata, otorgan un empate técnico a ambos partidos.

Nuestra propia estimación en electomania.es, basada en los datos de diferentes encuestas por estados, en encuestas de preferencia entre Trump y los candidatos demócratas, y en las encuestas nacionales, es que ninguno de los dos candidatos (Trump y el demócrata que salga de sus primarias) tiene hoy por hoy garantizados los 270 votos electorales necesarios para acceder a la presidencia, y eso reduciendo los swing states (estados decisivos) solo a los cinco que consideramos ahora mismo más disputados:

¿Cómo es posible que un presidente con un nivel de aprobación popular de un “- 12%” esté en condiciones de ganar la reelección?

La respuesta reside en que, a pesar de esa visión general, hay algún aspecto concreto en que Trump gana claramente la partida:

• Los fieles a Trump están más movilizados y parecen tener una propensión a acudir a votar en noviembre algo mayor que la de sus oponentes.
• La balanza en los estados clave sigue ligeramente a favor de Trump. O, dicho de otro modo, donde ganan los demócratas suelen hacerlo por goleada, mientras que donde triunfa Trump lo hace por márgenes más estrechos. Puesto que ambas victorias cuentan igual a efectos de la elección presidencial, en caso de empate global a votos, Trump acabaría imponiéndose en bastantes más estados que el candidato demócrata, y ganaría así la reelección.
• Sobre todo, la percepción global que los norteamericanos tienen sobre Trump admite una notable excepción: la visión sobre la situación económica del país es muy positiva. Ahí el presidente gana notoriamente, y precisamente en la economía reside la clave que compensa su desventaja en la valoración global.

Los datos de valoración de la gestión económica del presidente, que extraemos de Pew Reserch, hablan por sí mismos sobre la fortaleza de este apartado:

Por lo tanto, si asumimos la hipótesis de que, de aquí a noviembre, los demás factores que influyen en la elección presidencial (valoración presidencial, valoración del candidato demócrata, etc) seguirán, poco más o menos, en niveles parecidos a los actuales, el factor que puede inclinar la balanza será la mejora o el empeoramiento de la situación económica hasta el día de las elecciones.

Si la economía continúa como hasta ahora o incluso va a más, Trump tiene una significativa oportunidad de ser reelegido. Pero si se produce algún revés, por mínimo que sea, la opinión pública podría darle la espalda y llevarle a perder las elecciones por goleada.